Juan Diego Gerscovich:“No hay que producir sin medir las consecuencias”
Tres hermanos argentinos en Los Ángeles crearon Industry of All Nations, una marca que fabrica en distintos lugares del mundo con respeto al ambiente y a cada comunidad local
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CALIFORNIA.–
Involucrados con la moda desde siempre, de chicos solían jugar a dibujar marcas en la arena de la playa; ya hombres, en 2010 hicieron la suya propia. Son argentinos, hermanos de sangre y unidos en los negocios. Juan Diego, Fernando y Patricio Gerscovich, dos arquitectos y un financista, que comparten el cóctel que los lleva al éxito: diseño, conciencia social y respeto por la madre tierra. Son ésos tres elementos los que dieron origen a Industry of all Nations (IOAN), una empresa que hace los productos "donde solían hacerse antes de que fueran hechos en China" y que busca mejorar la calidad de vida de quienes están detrás de su creación. Así llegan a puntos de venta en el mundo entero zapatos de cuero de Buenos Aires, fajas de Córdoba, suéteres de alpaca tejidos en Bolivia, zapatillas de Kenya y tejidos teñidos con fibra vegetal de índigo, en la India. No sólo se venden, sino que llegan a los mostradores más exclusivos: Bloomingdale’s y JCrew, Estados Unidos; Fred Segal, puntualmente en Los Ángeles; Merci, Paris; Biotop, Tokio, y Galleries Lafayette, en Pekín, entre muchos otros. "Queríamos empezar con algo que fuera un clásico de la moda, algo tan bien diseñado que ni siquiera llamara la atención. Así surgió nuestro primer producto: las alpargatas", dice Juan Diego Gerscovich, director creativo. "Hemos desarrollado un proyecto de productos básicos de algodón, hechos con 100% algodón orgánico y teñido 100% con tintas naturales, para evitar la contaminación creada por la industria algodonera". Abrieron la puerta al mundo a productos locales e históricos, como las alpargatas de la Argentina, los suéteres de Bolivia, las zapatillas de Kenya…
–Las alpargatas ya existían. ¿Qué aportó IOAN?
–Las sport espadrillé como las llama IOAN, se hacían en Tucumán, por Rueda (del grupo textil Alpargatas) que las hace desde 1885. Se producían con las mismas máquinas de hace 100 años. Aun así, esta alpargata con cordones era casi desconocida en Buenos Aires. Con este trabajo en conjunto este clásico argentino pasó de ser un producto que estaba disponible sólo en los almacenes de las ciudades o pueblos del interior a estar en las tiendas más cool de Los Ángeles y de allí a las más importantes de Nueva York, París, Los Ángeles o Tokio. La única modificación que entonces se hizo, además de nuestra etiqueta, fue cambiarle los cordones sintéticos por 100% algodón. También desarrollamos una caja de cartón reciclado como envase. Es un producto tan noble que es biodegradable sin siquiera querer serlo, por eso entonces lo tomamos como el producto perfecto para el lanzamiento de Industry of all Nations. En este momento ya no lo estamos produciendo tanto, y sí fabricamos fajas en Córdoba y zapatos de cuero en Buenos Aires.
–Producen en cada país.
–Sí, lo siguiente llegó paso a paso. Conociendo los métodos de producción utilizados en la industria de la moda, decidimos acercar la marca produciendo de manera local y contratando a comunidades que supieran hacer el producto inherente a cada región del planeta.
–¿Moda con productos con denominación de origen?
–Queríamos ofrecer el mejor producto, que es el que se hace en los lugares originarios. No queríamos hacer el producto más barato posible, sino el mejor.
–¿Ustedes coordinan todo in situ o subcontratan a quienes también producen para otras firmas?
–Una de las principales diferencias que separa a IOAN de las demás marcas es que no trabajamos con intermediarios. Cada producción se hace en contacto directo con nuestros productores, conocemos su familia, su casa... En el caso de Bolivia coordinamos directamente con la cooperadora. Y pese a que tiene otros clientes en Europa, nosotros somos una de las principales producciones; esperamos crecer juntos durante muchos años con el producto Alpaca made in Bolivia, where Alpaca is from.
–¿Cómo es el staff de tejedoras?
–El departamento de prendas hechas a mano cuenta con 120 personas de experiencia. La mayor parte son mujeres, gente mayor que teje alrededor de 75% del producto; los jóvenes ven y aprenden junto a sus madres o abuelas para así contribuir con su parte y continuar con la tradición de tejer prendas a mano. Existe un equipo que se encarga de los tejidos a máquina industrial, que igualmente llevan un gran trabajo a mano. Una de las ventajas de tejer a mano es que pueden trabajar desde el hogar y así no separarse de sus hijos, y estar pendientes de su educación y salud.
–¿IOAN genera también empleo local y tradicional en la India y usa plantas de índigo para teñir sus productos, ¿cómo hacen?
–Teñimos nuestros hilos y prendas con el aporte de una comunidad rural en Tamil Nadiu, en el sur de la India. Una antiquísima técnica de extracción de pigmento azul índigo para el teñido de algodón y seda. La planta consiste en un sistema de piletones en los que trabajan unos 15 hombres muy orgullosos de su oficio, cuya técnica está prácticamente extinguida. El proceso comienza en los alrededores del pueblo, con el cultivo de la indigoferia tinctoria, una planta que no requiere de pesticidas ni de mucha agua. Las mujeres cosechan la hierba y los hombres la sumergen en piletones de agua, que al fermentar suelta el pigmento. Después se hace el pateado: los trabajadores apoyan sus manos en el borde de la pileta y patalean sincronizadamente durante 2 horas en el agua para oxidar la solución. Luego se hierve y filtran los sedimentos, y con una prensa de madera se hacen tortas de arcilla que se cortan en cuadrados del tamaño de un brownie y se deja secar.
–Bueno y bonito, ¿pero cómo compiten con tinturas vegetales cuando lo industrial es tanto más barato?
–Ya no podemos seguir haciendo todo de la manera más rápida y económica sin medir las consecuencias que esto acarrea para el planeta. Ya sea el medio ambiente como la gente que produce y la gente que usa. Gracias a las tintas químicas se están destruyendo todos los cursos de agua sólo porque a la gente se le ocurrió que quiere usar ropa teñida de color y barata.
–Y más consecuencias...
–Ni hablar de las enfermedades cancerígenas generadas por esto. No es una lucha romántica, sino humana; hay que repensar los valores con los que trabajamos y ganamos dinero. Si no actuamos rápidamente vamos a destruir el mundo en 50 o 100 años. En las ciudades productoras de prendas con tintura sintética basta con mirar los cursos de los ríos para saber cuál será el color de moda para la temporada siguiente, ya que los ríos están teñidos de desechos tóxicos. Y todo eso termina en los mares o absorbidos por la tierra hacia los ríos subterráneos, que luego se usa como agua potable. Nuestro método de teñido es más caro que usar químicos, pero es ahí donde se invierte nuestro dinero. Cada una de nuestras producciones alrededor del mundo es más cara que las estándar. La cultura del teñido natural tiene un horizonte infinito y estamos trabajando para poder hacerla más humana y más eficiente, respetando tradición y medio ambiente. Nuestras prendas están fijadas con un fijador natural, algunas destiñen un poco más que otras, según el uso o el color, pero en su mayoría de desempeñan igual que una prenda teñida con petroquímicos, de lo contrario no estaríamos usando este método, no somos hippies.
–Toda una declaración de principios.
–IOAN es capitalismo puro. No buscamos gente con necesidad, buscamos gente productiva. No hay nada noble sobre el sufrimiento ni coraje en la pobreza. Pero trabajar por una vida mejor es lo más corajudo que se puede hacer. Eso buscamos, la industria de la gente, la industria de todas las naciones, IOAN, en inglés: Industry of all Nations.
BUEN TRABAJO. Tres hermanos, de cinco a nueve trabajadores en total. Pocos para mucho: generar conciencia y lograr productos sostenibles que contribuyen a cuidar el medio ambiente y respetar el comercio justo.
Carolina Robbiano
instagram/caroinapalmtree

