Looks postcuarentena. El street style en Madrid con algunas tendencias polémicas
MADRID.- El lentísimo desconfinamiento de la capital española ha tenido un fuerte impacto estético y con solo salir a las calles de Madrid -España comenzó hace pocos días "la desescalada más moderada" de Europa- a echar un vistazo, es suficiente para tener un panorama de los estilos que se imponen al dejar por fin en encierro en las casas. En medio de tanta incertidumbre, nuestros atuendos también han quedado en un terreno incierto, uno entre el andrajo y la "nueva normalidad".
Vayamos a dar una vuelta y veamos qué se usa según dicta la pasarela de la vereda:
Pijama street wear
Apenas pasan pocos días de paseos permitidos pero ya se puede asegurar que la desescalada está estéticamente definida: toma de base el pijama, incorpora algo de fiesta que nos da alegría (que "nos da la vida") y suma, naturalmente, algún harapo. Los equipos que combinan piezas idénticas para arriba y para abajo ya se venían proponiendo, y ahora quedan totalmente glorificados.
Aunque el combo suma ingredientes polémicos: los guantes de nylon que nos dieron en el supermercado y ahora llevamos a todos lados, y las benditas mascarillas que podemos retirar gratis en la farmacia mostrando nuestro carnet de la seguridad social. Las llevamos puestas siempre, y no siempre en la cara: a veces en el codo, a veces en el cuello, a veces como vincha... aunque sea como accesorios, pero las llevamos siempre.
El hit de lo desalineado
Tan obsoletas como las quejas respecto a la alguna vez imparable gentrificación en los barrios del centro, quedaron las críticas al "postureo". Ahora todos sabemos que la combinación de aquellas medias con tales ojotas no es moderneo sino que ¡es lo más fácil para salir de casa un rato! Que ese jean ancho y rotoso no es rebeldía sino pereza, y que esas máscaras aparatosas en las caras no son excentricidad, sino miedo.
La nowstalgia
Ya no escondemos nuestras raíces, nuestros pelos moldeados al froti froti contra las almohadas y, definitivamente, no hay feminista que se atreva a juzgar la falta de un calzón que contenga lo que los hombres dejan entrever bajo el jogging, paisaje que emerge escandalosamente casi en toda esquina. Ellos no son los único liberados. Las camisetas no disimulan la ausencia de corpiño y nuestras caras lavadas salieron al encuentro con el sol ¿quién va a maquillarse cuando la mascarilla es obligatoria y la temperatura comienza a superar los 30 grados? Nuestros looks confiesan que estamos en carne viva, ahí afuera, con nuestros miedos, deseos y un nuevo tipo de nostalgia: nowstalgia. No queremos tendencias nuevas. Nos conformamos con disfrutar las que nos quedaron truncas.
Shopping y ascepcia
Hace meses que Madrid no es más una ciudad. Madrid es, más bien, una gran sala de espera por la que paseamos mientras aguardamos las estadísticas que nos permitan finalmente avanzar ese 0.5 que nos igualará al resto de España. En el medio, algunos ya nos animamos a asomarnos a las primeras grandes tiendas que reabrieron en la Gran Vía, las cuales pueden visitarse sin turno, simplemente acercándose en el momento y preguntando si hay lugar. Estos primeros días, siempre hay. Aun cuando el aforo haya sido reducido a un 30% de la capacidad original y antiguas moles como Pull and Bear sean ahora espacios para apenas 50 personas, no parece haber especial apuro por encerrarse con desconocidos.
En la puerta, nos reparten guantes quirúrgicos, nos exigen mascarillas y nos recuerdan la distancia personal. Los valientes que nos animamos a probarnos ropa mientras la OMS aún debate si puede haber contagio o no a través de objetos, descubrimos a los empleados que ahora lucen como enfermeros, rociar las prendas que nos sacamos con un spray llamado Sanosil, un desinfectante suizo de amplio espectro y larga duración. Inmediatamente las planchan al vapor para terminar de retirar nuestros gérmenes. Descubrimos además, que los precios no bajaron.
El Fashion Icon menos pensado
El epidemiólogo español que desde 2012 dirige el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias, se ha convertido, medio en chiste, medio en serio, en el nuevo referente de estilo de los españoles. Con sus partes diarios, consejos y explicaciones, este hombre llamado Fernando Simón, se ha vuelto parte de los hogares de España. Le decimos cariñosamente "Almendra" por un episodio cómico que le sucedió en medio de una de esas dramáticas conferencias, cuando se atragantó con ese fruto seco. Fernando es un tipo simple. Va de lino arrugado, de pantalones holgados y, poco a poco, comenzó a lucir una melenita salvaje y canosa. Como el resto de España, no ha podido ir al peluquero en meses. La apariencia de este hombre que es además montañista y amante de la naturaleza, es una auténtica reivindicación de la sencillez, la funcionalidad, la comodidad y la creatividad que necesitamos. Con su presencia resume de un pantallazo la filosofía que todos nos vimos obligados a adoptar ante el primer desafío global que nos impuso el siglo XXI. Hay tantas tantas pero tantas preguntas por hacerse. Justo ahora "¿qué me pongo?, al menos por aquí, no es una de ellas.