Luz Arpajou y María Laura Leiva: “La ropa muestra cómo somos”
Representar el paisaje y los hábitos de su Neuquén natal, la intención de las diseñadoras de Abre Indumento, que además ponen en valor otras expresiones artísticas locales
Instaladas en Casa Abre en Palermo, Luz Arpajou y María Laura Leiva buscan crear un puente entre su provincia natal, Neuquén, Buenos Aires y el mundo, con una indumentaria vinculada con diferentes disciplinas artísticas. Sus prendas remiten a la zona montañosa de la Patagonia, y llevan de paseo por el Fitz Roy, San Martín de los Andes, la Barda o el Parque Nacional Los Alerces. Es que sus estampas, dibujos, bordados y también las texturas y hasta la morfología resultan un espejo. Sus colecciones nacen en la montaña pero tienen una bajada a la ciudad, se trata de piezas muy funcionales: “De alguna manera la prenda se termina de armar con el cuerpo y movimiento de quien la viste. Hacemos ropa simple, y el carácter se lo da quien la usa”, sostienen. Estudiaron diseño de indumentaria en la Escuela de Diseño en el Hábitat, en Neuquén; Luz sumó estudios de Diseño Textil y de Indumentaria en la UP, y María Laura en la Escuela Argentina de Fotografía, además de capacitarse en técnicas de tintes, estampación y hasta vestuario de cine. Con todo, en 2012, crearon Abre Indumento.
–¿Por qué Abre?
Luz Arpajou: –Cuando creamos la marca pensamos en una forma de crear lazos entre la Patagonia y Buenos Aires y el resto del país. Abre también es un canal por el que se encuentran distintas disciplinas artísticas.
María Laura Leiva: –Buscamos reunir lo que nos gusta desde la pintura, la fotografía, el dibujo, hasta los textiles.
–¿De qué habla la marca?
M. L. L.: –Hay un hilo conductor que siempre pasa por la Patagonia, nuestra fuente de inspiración.
L. A.: –Tiene que ver con lo que vimos durante toda la vida: son los colores sucios por el viento, como el verde seco, el amarillo gastado, los tonos tierra. Hay un patrón que remite al Sur, al hecho de vivir en un lugar inhóspito, en el que para llegar a una ciudad tenés que recorrer muchos kilómetros, que invita a la introspección, a una búsqueda profunda de uno mismo; donde todo es más difícil.
–¿Se traslada a tipologías y texturas?
L. A.: –Sí, hacemos prendas simples, que remiten a la vida de montaña, al contacto con la naturaleza. Hay básicos como túnicas, chalecos, pantalones pinzados, sacos, camisas que pueden tener alguna variante en cada colección pero que siempre están, a eso se suman prendas fetiches, más conceptuales, como un poncho, un vestido, en los que se evidencie la montaña. En lo nuestro no hay tendencia, o si la hay está reinterpretada; por ejemplo, si se puso de moda el amarillo, para nosotras es apagado, más sucio o el cuadrillé lo reformulamos desde la estampa.
M. L. L.: –Usamos telas nobles como lino, algodón, gabardinas, lanas, voile de seda; nunca sintéticos que lastiman la piel, que no la dejan respirar y cambia tu forma de manifestarte, manejarte o tu estado de ánimo. Lo que uno se pone es fundamental para ser, sirve para mostrarnos cómo somos. Es que la ropa muestra cómo somos. Como te vestís, sos. En la colección Montaña –valga la redundancia, para afianzar el concepto– reunimos diversos recursos, como patchwork, pintura a mano, hilados, serigrafía, tapiz.
–¿Qué colecciones las marcaron?
M. L. L.: –Con Existenciarios quedamos seleccionadas para Mercedes Benz Fashion Edition Buenos Aires, en 2015, en la que mostramos tres looks representativos hechos en el Parque Nacional Los Alerces. Se inspiró en una piedra erosionada por el paso del tiempo, en esas cosas que dejan marcas para toda la vida, y trabajamos con serigrafía digital.
L. A.: –También incorporamos tejidos, mohair y merino, y trabajamos con la cooperativa Filosofía Natural, para darle un valor agregado a nuestro diseño e integrar las propuestas locales. Son familias de la zona dedicadas al trabajo con lana, que obtienen de las cabras de su casa; esquilan y hacen sus hilados.
M. L. L.: –También fueron importantes Colectivo, en la que tratamos de representar el trabajo en equipo que generamos en Casa Abre, o en Las partes del todo, que nos adelantamos a lo que después se vio en pasarela; incluimos a amigos con diferentes siluetas que actuaron de modelos. Para nosotras es importante que lo que proponemos sea real, para corroborar que una prenda realmente vaya en todos los cuerpos posibles; lo que se ve en pasarela no les va bien a todos.
–¿Cómo es venirse del Sur a Buenos Aires?
M. L. L.: –Para llegar al mercado de la moda argentina era necesario. Por ejemplo, nos llamaban para pedirnos una prenda para una producción y era difícil enviarla.
L. A.: –No hay marcas patagónicas, somos la primera marca de diseño de autor del Sur. Abre es una embajadora del diseño del Sur.
M. L. L.: –La idea es crecer; que Casa Abre sea un lugar de encuentro para artistas, músicos, diseñadores, sobre todo, para los neuquinos; porque está bueno tener un espacio para dar una charla o un taller.
L. A.: –Por ejemplo, fuimos convocadas para hacer el vestuario de la serie Aime, inspirada en la Patagonia; y en la presentación de Montaña, convocamos al grupo Celeste y las Mil Jarillas que hacen música patagónica.
–¿Qué cambió a partir de la llegada a la Capital?
L. A.: –Empezamos a pensar en prendas más urbanas, transformando las tipologías porque es distinta la forma en que la gente se viste. En Neuquén el viento te hace vestir distinto, allá no podés usar una pollera corta. También nos pusimos más coloridas. Hay una evolución natural de la marca por el lugar donde estamos.
–¿Qué diferencia a Abre?
M. L. L.: –Nos interesa que la gente que viene a comprar una prenda sepa de dónde viene, que puedan ver el proceso productivo, qué sepan por qué cuesta lo que cuesta. Y lo valoran.
L. A.: –Mostrar el origen y el proceso es una forma de educar al usuario y de generar cultura.