Nina Ricci: el poder de los sueños
La tradicional maison francesa acaba de presentar La tentación de Nina, su último perfume, creación del reconocido maestro Olivier Cresp y el pastelero Vincent Lemains
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"Happy is the new chic", dice la bolsa ecológica del hombre que camina por la Rue des Archives con una enorme baguette al hombro. En la dirección opuesta, un apuesto cuarentón empuja un carrito con una nena y dos bebes idénticos mientras habla relajado por teléfono.
¿Qué hacen las mujeres en París? Practican yoga, recorren la ciudad en bicicleta, compran champagne y chocolates para compartir con amigos, y trabajan de lo que les gusta mientras, por qué no, crían a sus hijos con alegría.
Los tiempos han cambiado en la capital francesa, igual que en el resto del mundo. Y nadie lo sabe mejor que Nina Ricci, una marca fundada en 1932 que supo adaptarse a los nuevos desafíos. Creadora del mítico perfume L’air du temps, cuyo frasco signé Lalique fue reinterpretado por diseñadores contemporáneos como Philippe Starck y Olivia Putman, parece conocer el secreto del éxito.
"Nina Ricci capta la esencia femenina: qué es ser una mujer hoy", dice Olivier Cresp, uno de los perfumistas más destacados del mundo, convocado hace una década para crear otro hit del mercado. Inspirado en el frasco de Fille d’Eve, de 1952, con forma de manzana, lanzó Nina en 2006. Y el mundo mordió la fruta prohibida: tres años después ya se habían vendido más de 10 millones de frascos. Seguido por Nina L’Elixir (2010) y Nina L’Eau (2013), el último capítulo de esta saga es La Tentación de Nina, presentado días atrás en Buenos Aires (ver recuadro).

En esa búsqueda de mostrar a la mujer actual, Cresp se sumó a una tendencia muy contemporánea: cruzó disciplinas. Unió fuerzas con otro arte francés, la pâtisserie, y trabajó codo a codo con Vincent Lemains, jefe de la creación pastelera de Ladurée, en la creación de una fragancia y un macaron concebidos como parte de una misma familia. De color fucsia y dorado como el frasco del perfume, la tradicional galleta francesa sumó el sabor a frambuesa, limón, rosa y almendras. Crocante por fuera y suave por dentro, aportó una experiencia que, como la vida, involucra todos los sentidos.
Esa propuesta integral es la que tenían en mente María Ricci y su hijo Robert en 1946 cuando crearon Coeur Joie, el primer perfume de la marca. Apenas dos años después, L’air du temps irrumpió con su fórmula minimalista para convertirse en un símbolo de la libertad después de la guerra, pero también de otros valores universales como la paz, el amor y la felicidad.
Si el aroma floral concebido por Francis Fabron trajo aire fresco a una sociedad que comenzaba a renacer de las cenizas, el ave diseñada por René Lalique hizo el resto: encarnó el espíritu de la época con su invitación a unir el cielo con la tierra, trascender las polaridades, dar alas a la imaginación.
Con gran habilidad, cincuenta años más tarde, el grupo catalán Puig captó el mensaje y tomó la posta. Luego de comprar Nina Ricci, en 1998, concentró su energía en recuperar esa mística. Por eso hoy, a diferencia de otras marcas vinculadas con las celebrities, la firma parisiense continúa apelando a historias e imágenes surgidas de las fantasías y las pasiones más profundas.
Mientras La Tentación de Nina, dirigido a la niña que se convierte en mujer, se promocionó con un video que evoca la estética de Alicia en el País de las Maravillas, el lema del próximo capítulo será Un nuevo sueño se libera. Destinado a las mayores de 25 años, es un secreto guardado bajo siete llaves hasta el año próximo que promete "acompañar a la mujer en su crecimiento".
Mirá el video en: www.lanacion.com.ar/moda-belleza
LA LEY DEL DESEO. Durante un viaje a Brasil, donde confiesa haber tomado "demasiadas caipirinhas", Olivier Cresp quedó fascinado con el sabor de la lima. Y decidió inclinarse por la esencia frutal en los perfumes que crearía para Nina Ricci. En el más reciente, La tentación de Nina, dejó de lado la manzana de sus fragancias iniciales y optó por notas de limón, pomelo, bergamota de Italia, frambuesa, almendras, vainilla bourbon, sándalo, almizcle blanco y rosa de Bulgaria. Una tentadora combinación de la frescura con la sensualidad de la fruta que comienza a madurar. Por 80 ml, $ 770

