Ante el desafío de ser proactivos
El primer año de la administración de Cambiemos ha estado signado por cierta ingenuidad en materia de política exterior. Si esto no era aconsejable en 2016, se vuelve insostenible en 2017, ante la presidencia de Donald Trump, el Brexit y el mayor protagonismo de China. Se vuelve crítico actuar con realismo proactivo e implementar una estrategia de "horizontes diversos".
El experto Roberto Russell ve similitudes entre esta etapa y la de Alfonsín: ingenuidad inicial y expectativa desmesurada sobre los apoyos que vendrían del exterior a causa de los cambios en el plano interno. En un caso por "el retorno a la democracia", en el otro por la llamada "vuelta al mundo". Es útil recordar lo expresado por Raymond Aron: "El primer deber -político, pero también moral- es ver la política entre naciones tal como es, de tal manera que cada Estado, legítimamente preocupado por sus intereses, no sea totalmente ciego a los intereses de los otros".
Una zona de angustia y ansiedad toma forma en los Estados Unidos y sus vecinos -México, América Central y el Caribe-, en Europa y Rusia, y en China y el Asia-Pacífico. Comienza una etapa donde, en palabras de Aron, "la mejor conducta es la dictada por la prudencia", donde "ser prudente es actuar en función de la coyuntura singular y de datos concretos".
Este realismo proactivo debe entender el contexto internacional y establecer una relación factible entre los objetivos declarados y los medios para lograrlos. Y debe orientar una política exterior de "horizontes diversos", con dos componentes principales. El primero, de carácter político-económico-tecnológico, es mantener relaciones positivas y simultáneas con el exterior próximo, las potencias establecidas y las emergentes. Esto significa que mantener relaciones armónicas con un país no puede llevar a generar relaciones no armónicas con otro. A pesar del potencial aislamiento expresado por Trump, vale lo dicho por Joschka Fischer, ex jefe de la diplomacia alemana: "No conozco ningún precedente en la historia mundial donde una gran potencia como los Estados Unidos, cuyo poder supera a todas las existentes hasta el presente, declare de facto renunciar a este rol". Así habrá que observar si el anunciado ascenso chino se realizará en un contexto de cooperación o de confrontación, ya sea por conducta propia o por el liderazgo estadounidense.
Por su parte, la Unión Europea (UE) añade desafíos. Al Brexit y a la inmigración se suma el cuestionamiento de la OTAN por parte de Trump, y un temor subliminal a un acuerdo Yalta 2.0 con Rusia, que divida a Europa en áreas de influencia. Así, Francia y Alemania deben redefinir el significado de la UE. Si agregamos las elecciones venideras en ambos países, es difícil que un tratado de libre comercio con el Mercosur sea prioritario.
En este contexto, la Argentina debe mantenerse cerca de lo que signifique cooperación entre estas potencias emergentes -China y Rusia- con las potencias establecidas. Y lejos de lo que signifique enfrentamiento. Debe trabajar para mantener las mejores relaciones a nivel bilateral con todas las partes, multiplicando sus opciones y grados de autonomía.
En el exterior próximo, la espera por la recuperación de Brasil compite con la de la obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Pero esta espera debe ser muy activa, debiéndose usar el tiempo para analizar el Mercosur como instrumento de desarrollo productivo conjunto.
El segundo componente de una estrategia de "horizontes diversos" es comercial. Dado que los intercambios con las potencias establecidas, con China y Brasil, son deficitarios, es crítico explorar todos los horizontes para compensar este desequilibrio. Para ello debemos implementar un modelo de Estado exportador, que debe ejecutarse a nivel global en base a productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, de demanda creciente. Pero también en base a manufacturas de origen industrial a nivel regional. Con este enfoque debemos potenciar los superávits con Chile, Perú y Colombia -de la Alianza del Pacífico-, con Canadá, la India, la Asean, África y Medio Oriente. En paralelo debemos realizar la ardua tarea de mejorar los déficits con las potencias establecidas, con China y Brasil, pero poseyendo mayores grados de negociación, dados los superávits en los otros mercados.
Adoptar estas políticas nos dará mayores grados de acción e impacto en un contexto global complejo.
Doctorando en Relaciones Internacionales y miembro consultor de CARI y Cippec