Artes y oficios nacionales
La sucesión de catástrofes económicas, con sus inflaciones recurrentes, hiperinflaciones astronómicas, colapsos cambiarios estratosféricos, crisis de deuda colosales y defaults siempre a la vuelta del fin de semana han convertido a los argentinos en algo más que grandes candidatos al Guinness de la resiliencia. También nos han graduado de economistas de facto. Profesión nacional, junto a la de DT de fútbol de tribuna, politodólogos de café y sicoanalistas de futón. No hay cuestión económica, futbolera, política o psicológica en la que no tengamos opinión formada. Y, sobre todo, razón.
Mucho antes de que existieran las redes sociales, las discusiones sobre dónde poner los pesos o cómo parar un equipo en la cancha eran trendtopic en las mesas, las calles y cualquier ámbito donde hubiera más de un argentino. Pasiones nacionales. Pero siempre somos capaces de superarnos. El último año nos ha ofrecido la posibilidad de hacer un par de maestrías virtuales, de graduación urgente. A los títulos anteriores ya podemos sumarles, gracias al Covid-19, el de epidemiólogo de whastapp y, desde ayer, el de constitucionalista de twitter. Especialistas en enfermedades y fallos. Demasiados expertos juntos como para ponernos de acuerdo.