Auditorías transparentes
Se celebró en Buenos Aires el Primer Simposio de Auditoría Gubernamental, organizado por la Sindicatura General de la Nación (Sigen) con el título "La integridad como pilar del control y la buena gestión". Concurrieron más de 2000 personas, quienes indagaron acerca de cómo intensificar la relación entre la gestión y el control, fortaleciendo las políticas públicas.
La apertura del acto estuvo a cargo de la vicepresidenta Gabriela Michetti y del síndico general de la Nación, Alberto Gowland (h.). Dijo Michetti: "La sindicatura son los ojos de aquellos que gobiernan", destacando la importancia de la integridad y la verdad en la lucha contra la corrupción. Gowland subrayó que desde la Sigen se procura consolidar en todos los organismos del Estado los valores de integridad y transparencia como pilares del control para una buena gestión.
Entre los invitados se destacó la presencia del exdirector de la Agencia de Auditoría Interna del Reino Unido (GIAA), John Whitfield, y del gerente de la División de Integridad en el sector público de la OCDE, Gavin Ugale. Integró ese panel el ministro Hernán Lombardi y lo moderó el presidente del Banco de la Nación Argentina, Javier González Fraga. Intervinieron el extitular de la Auditoría General de la Nación Leandro Despouy y el actual auditor Jesús Rodríguez. También asistieron numerosas personalidades del sector público y representantes del área de control y fiscalización de empresas privadas. Resultó también relevante la opinión de expertos, como el ministro del Tribunal de Cuentas de Brasil (TCU), Joao Augusto Ribeiro Nardes; Giovanni Falcetta, del Instituto Brasileño de Gobernanza Corporativa (IBGC), y Edna Jaime, de México Evalúa.
El vicejefe de Gabinete, Andrés Ibarra, y el titular de la Sigen expresaron que los gobernantes se deben a quienes pagan el servicio del Estado y, para ello, deben mejorarlo. El giro que significa esta actitud frente a la conducción de la Sigen durante el gobierno anterior, en la que había empresas del Estado que pasaban años sin presentar balances, funcionarios que estaban a las arbitrarias órdenes del entonces secretario de Comercio y se utilizaba el organismo como arma de persecución política, merece encomio y aliento. Es más: teniendo en cuenta la generalizada corrupción en la administración pública y el capitalismo de amigos vinculado a esta, resulta trascendente revalorizar los mecanismos de control.
Con tal propósito, la Sigen implementó un potente programa de capacitación de sus cuadros técnicos -muchos, valiosos-, la resignificación de la carrera recuperando la meritocracia, la jubilación de históricos empleados que se presumían intocables, la restricción en la incorporación de auditores elegidos por los auditados, la planificación de tareas sobre áreas sensibles y el establecimiento de normas claras que debe cumplir la administración nacional.
La concepción de que en materia de transparencia no debe haber concesiones se enmarca en el proceso de transformación de la Sigen desde la llegada de su actual titular, quien comprendió el fracaso del anterior sistema de control y la necesidad de un cambio radical en los criterios que se venían aplicando. Con su adjunta, María Oneto, han asumido la responsabilidad de lograr una fiscalización acabada de las cuentas públicas, procurando consolidar en la totalidad del universo de organismos estatales los valores mencionados como pilares del control.
Queda mucho por hacer en materia de prevención, pero convocatorias como la que nos ocupa marcan un hito cuya importancia merece ser destacada.