
Cambiar nosotros para que el clima no cambie
Cuando el presidente Alberto Fernández arribe pasado mañana a Edimburgo se convertirá en el cuarto jefe de Estado argentino en visitar el Reino Unido desde el retorno de la democracia. Y el primero en más de 12 años.
Este hecho, de por sí trascendental para nuestra relación bilateral, adquiere aún más relevancia por el motivo del viaje: sumarse a la Cumbre de Líderes Mundiales, que marcará el inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).
La COP26, que mi país tiene el honor de presidir y la responsabilidad de organizar junto con Italia, será un punto de inflexión para el futuro del planeta. Es nuestra oportunidad de realizar los compromisos ambiciosos, pero necesarios, para llegar a las cero emisiones netas a nivel global para el año 2050 y mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C. El desafío es enorme y por eso estamos particularmente agradecidos con los líderes que, como el presidente Fernández, dirán presente en este encuentro.
Nos alegra ver que el gobierno argentino ha dado pasos muy importantes en el último año, como su fuerte compromiso de reducción de emisiones para 2030, uno de los anuncios más ambiciosos dentro de los países del G-20, lo cual demuestra el liderazgo regional de la Argentina en materia de lucha contra el cambio climático.
En lo personal, siento un particular compromiso con las circunstancias de esta cumbre. La reunión de líderes más importante desde que comenzó la pandemia tendrá lugar en Glasgow, a apenas 60 kilómetros de Alloway, el pequeño pueblo escocés de donde viene mi familia. Mi primer trabajo en el Foreign Office fue justamente abordando temas de biodiversidad en el Departamento de Política Ambiental. Desde entonces, procuré siempre seguir de cerca los temas relativos al cuidado del planeta, y ese mismo espíritu me guio cuando junto con mi marido decidimos plantar 6500 árboles nativos para crear un bosque de 10 acres (unas 4 hectáreas) en un terreno que teníamos en el Reino Unido.
Esta COP26 me encuentra recién llegada a la Argentina, un país con el que tenemos muchos objetivos comunes en materia de acción climática y preservación del planeta. Por ejemplo, desde 2018, la Argentina y el Reino Unido vienen cooperando ampliamente en temas de biodiversidad y cambio climático a través del Programa Latinoamericano de Biodiversidad del Fondo Newton. También compartimos la visión sobre la urgente necesidad de reducir drásticamente las emisiones para frenar el calentamiento global.
No estoy hablando de impactos abstractos o lejanos. Cada lector, se encuentre en la provincia argentina en la que se encuentre, podrá relacionar estas advertencias con su propia experiencia, sea una sequía, un incendio forestal o una emergencia hídrica
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha advertido que el mundo está “peligrosamente cerca” de quedarse sin tiempo para detener una catástrofe del cambio climático. Ya hemos alcanzado los 1,2 grados de calentamiento global y los efectos devastadores del cambio climático se sienten en todo el mundo. Están en juego vidas y medios de subsistencia, ya que los impactos de olas de calor, inundaciones y sequías sin precedente se van a intensificar.
No estoy hablando de impactos abstractos o lejanos. Cada lector, se encuentre en la provincia argentina en la que se encuentre, podrá relacionar estas advertencias con su propia experiencia, sea una sequía, un incendio forestal o una emergencia hídrica. La bajante histórica del Paraná, sin ir más lejos, habla por sí sola: este río se encuentra en los niveles más bajos desde 1944, de acuerdo con los registros del Instituto Nacional del Agua (INA), provocando serias consecuencias para la logística de transporte fluvial, lo cual además de aumentar los costos del comercio y la producción, genera mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
La buena noticia es que sabemos lo que tenemos que hacer. En París, en 2015, los líderes mundiales acordaron limitar el calentamiento por debajo de los 2 grados y aspirar a 1,5 grados. Para mantener ese objetivo al alcance, necesitamos reducir todas las emisiones a la mitad para 2030.
¿Y cómo se logra eso? Hay que terminar con la energía producida a base de carbón, acelerar la transición a vehículos de cero emisiones, detener la deforestación y abordar el tema de las emisiones de metano.
La Argentina tiene un papel fundamental a cumplir en esos objetivos. Por ejemplo, con su gran nivel de científicos y de ingenieros, sus recursos y centros de investigación en litio, y sus acciones proactivas en hidrógeno, la Argentina puede colocarse a la vanguardia de los países que promueven el transporte de bajos niveles de carbono, como los vehículos de batería eléctrica o los de celda de combustible. Y no menos importante será el rol que decida asumir en materia de preservación de bosques, ya que su privilegiada geografía la transforma en una verdadera potencia forestal.
El Reino Unido, por su parte, anunció hace dos semanas que habilitará inversiones por 90.000 millones de libras esterlinas hasta 2030 en su camino para poner fin a su contribución al cambio climático para 2050. Se trata de un plan integral que abarca toda la economía, estableciendo cómo las empresas y los consumidores británicos recibirán apoyo para realizar la transición a la energía limpia y la tecnología verde, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles al invertir en energía limpia y sostenible en el Reino Unido, restringiendo así el riesgo de precios altos y volátiles en el futuro para así fortalecer la seguridad energética.
Como ha dicho mi admirado sir David Attenborough, quien además de ayudarnos durante décadas a entender la importancia de proteger la naturaleza, cumple hoy el rol de defensor del Pueblo en la COP26: “Esta epidemia nos ha mostrado lo importante que es llegar a acuerdos entre naciones si queremos resolver estos problemas globales. Pero los problemas que nos esperan en los próximos cinco o diez años son aún más grandes. Es crucial que esta reunión en Glasgow sea exitosa y que finalmente las naciones se unan para resolver los abrumadores problemas que el planeta enfrenta hoy”.
Es el momento de que los líderes mundiales se unan por nuestro planeta. Me alegra ver que tanto mi primer ministro como el presidente del país que hoy me aloja estén en ese grupo. El futuro de la humanidad, y de las otras formas de vida sobre la Tierra, quedará marcado por lo que pase en Glasgow.ß
Embajadora británica en la Argentina







