La complicidad del peronismo con las dictaduras
La reciente decisión del gobierno nacional de retirarse de la demanda interpuesta por la Argentina contra el régimen de Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por las graves violaciones a los derechos humanos en Venezuela ha disparado un sinfín de críticas internas y externas. Elecciones fraudulentas, 7 millones de exiliados, informes internacionales independientes y reportes periodísticos documentados han determinado que la totalidad de los gobiernos democráticos condenen al gobierno venezolano.
Esta última decisión no debería sorprender, si se hace un breve repaso de la profusa relación del peronismo con los regímenes autoritarios.
Juan Perón, siendo un joven oficial, no se opuso al golpe de estado contra el presidente Yrigoyen y en 1932, fue designado ayudante de campo del ministro de Guerra. Simpatizó con el fascista Mussolini. Su idea de la “comunidad organizada” fue claramente inspirada en el régimen que llevó a Italia a integrar la alianza con la Alemania nazi y con Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Participó activamente del golpe militar de 1943 y en el gobierno de facto, llegó a ser secretario de Trabajo, ministro de Guerra y vicepresidente. El gobierno peronista surgido de las urnas (1946-1955) tuvo características autoritarias, que se profundizaron a partir de la muerte de Eva Perón. Censura, persecución, encarcelamiento y exilio debieron sufrir quienes se opusieron al presidente, quien además fue denunciado por proteger a criminales de guerra nazis.
Durante su exilio, Perón estuvo asilado en Paraguay, Nicaragua, Venezuela, República Dominicana y España. En todos estos países gobernaban dictadores. Alfredo Stroessner impuso en Paraguay una dictadura de 35 años. En 1974, Perón recibió el Gran Collar “Mariscal Francisco Solano López” y por su parte entregó al dictador paraguayo las insignias de teniente general del Ejército Argentino. Rafael Leónidas Trujillo gobernó República Dominicana durante 31 años. De él, Perón dijo: “Trujillo era un hombre bueno. Lo habían atacado, lo querían destruir, pero el defecto de Trujillo era su excesiva bondad y a todos perdonó.” El nicaragüense Anastasio Somoza estuvo presente en la celebración del 17 de Octubre de 1952, fue condecorado como Leal Amigo y condecoró a su vez a Perón. El discurso de Perón ese día terminó con un ¡Viva la República de Nicaragua! ¡Viva el general Somoza! Francisco Franco, dictador fascista, gobernó España durante 37 años. Perón pasó en España doce de los casi dieciocho que estuvo exiliado. En octubre de 1947, recibió la Orden de Isabel la Católica (que Isabel Perón también recibió en 1974) y Franco recibió del presidente argentino la Orden del Libertador.
Augusto Pinochet, quien gobernó Chile durante 17 años, fue condecorado por Isabel Perón con la Orden del Libertador. Respecto del cubano Fidel Castro, se sugiere la lectura completa de la carta enviada por Perón el 24 de febrero de 1974 en la que lo llama varias veces “amigo”.
El peronismo oficialmente no hizo esfuerzos por impedir y tampoco condenó de manera contundente los golpes de estado contra los presidentes Frondizi e Illia. En ambos casos, es conocida la participación de dirigentes de ese partido en los derrocamientos.
Durante la dictadura argentina (1976-1983), muchos militantes peronistas fueron asesinados, torturados y desaparecidos. Sin embargo, hasta 2003 no se conocen declaraciones de repudio por parte de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández a las atrocidades ocurridas en ese período. Tampoco constan presentaciones de hábeas corpus por parte de Néstor Kirchner como abogado en Santa Cruz. Antes de irse, el gobierno militar decretó una autoaministía. El doctor Alfonsín, candidato a presidente por la UCR, señaló que ésta era nula. Por el contrario, el candidato peronista Ítalo Luder se pronunció por la validez de la norma sancionada por los militares. Ya durante el gobierno de Alfonsín, el peronismo se negó a integrar la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas que elaboró el esclarecedor informe “Nunca Más”.
En 1988, el líder libio Khadafy -quien en la década del 70 brindó entrenamiento militar a miembros de la Triple A y de Montoneros- recibió como huésped de honor a la expresidente María Estela Martínez de Perón. El presidente Menem, a poco de asumir, otorgó el indulto a militares y a civiles acusados de crímenes durante la dictadura, a terroristas, y a los militares responsables de la Guerra de Malvinas. En marzo de 1990, fue el único mandatario de la región que saludó a Pinochet cuando dejaba el poder luego de 17 años y en noviembre de 1992 lo recibió en Olivos. En febrero de 1993, su embajador le entregó la Orden de Mayo al Mérito en el grado de Gran Cruz y en 1997, Menem le envió felicitaciones por su asunción como senador vitalicio.
Cristina Fernández nombró a César Milani como jefe del Ejército a pesar de las acusaciones sobre violaciones de derechos humanos durante la última dictadura y les otorgó a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro el máximo galardón que puede recibir un jefe de estado extranjero por parte de la Argentina: la Orden del Libertador San Martín. La actual vicepresidenta dijo respecto de Castro, en ocasión de su cumpleaños 90: “desde lo político ya no hay palabras para definirlo, me parece que ha ingresado en la historia definitivamente y por la puerta grande”. Al fallecer, lo despidió diciendo: “se fue el último de los modernos, el último de los líderes globales anteriores a la caída del Muro de Berlín”, y agregó: “está a la altura de los Mandela y Charles de Gaulle; de los que fueron artífices de los procesos más transformadores y revolucionarios del siglo XX”.
Todos los partidos políticos argentinos tienen cosas que reprocharse sobre su actuación en el pasado. Pero en este caso, no puede aceptarse que, transcurridos 20 años del siglo XXI, el partido político más numeroso del país siga teniendo actitudes cómplices con regímenes autoritarios. Queda claro entonces que, para que la democracia argentina pueda recuperar el lugar que tuvo en relación a los derechos humanos, el peronismo debe terminar su complicidad con las dictaduras, ya sean de izquierda o de derecha.
Ojalá que, para el bien del peronismo, de nuestra democracia y como ejemplo para las próximas generaciones, se dé marcha atrás en esta desafortunada decisión.
Abogado