Cómo hacer frente a la deuda social
Hace diez años que los informes del Barómetro de la Deuda Social de la UCA arrojan datos similares: alrededor de la mitad de los chicos de nuestro país son pobres . No solo económicamente, sino también pobres de derechos: de acceso a la educación, a la salud, al agua potable y a una vivienda digna, entre otros.
Los índices mejoran o empeoran en forma relativa, según dónde haya puesto el acento el gobierno de turno: mayor acceso al alimento o a la información con la aparición de la AUH o del Plan Conectar Igualdad, o mejores condiciones de saneamiento y vivienda, con el programa de obra pública del actual gobierno. Pero nunca logramos mover la aguja de manera significativa. Nada parece alcanzar. Sin embargo, si queremos salir adelante como país, es una de las cuestiones más urgentes que debemos solucionar, por eso es algo a lo que nos abocamos especialmente desde la Asociación Civil Concordia, impulsando políticas públicas vinculadas al abordaje integral de la primera infancia.
Como correlato, es imprescindible que nos acompañe la decisión política de hacerlo a escala nacional. Sobran ejemplos de ello en países vecinos como Chile o Uruguay, que han generado políticas de protección integral de la primera infancia y la maternidad vulnerable con alcance sobre todo el territorio. Y no solo ellos. El año pasado, se realizó en San Miguel, provincia de Buenos Aires, el II Congreso Internacional sobre la Primera Infancia, donde tuvimos la oportunidad de escuchar también otras experiencias como las de Jamaica, Costa Rica, República Dominicana y Colombia.
Todas ellas tienen un denominador común: el rol del Estado deja de ser el de "proveedor" para pasar a ser un Estado que sale al encuentro, en busca de aquellos que, por infinitos motivos, se encuentran en una situación tal que no tienen siquiera la capacidad de acercarse a los servicios que brinda el Estado. Estas políticas de acompañamiento generan excelentes resultados y hacen también más eficiente el uso de los recursos tradicionales. He visto cómo se hacen esfuerzos en distintos municipios del país y de la provincia de Buenos Aires con relación al abordaje de la primera infancia, pero del contacto con el territorio y con las realidades que allí se palpan surge la imperiosa necesidad de tener un anclaje a nivel nacional para trabajar coordinadamente. Conocimos algunas experiencias en ONG que abordaban determinadas cuestiones, como la desnutrición infantil o la maternidad vulnerable, pero no encontramos ninguna experiencia que lo hiciera de forma integral. Fue por eso que empezamos a mirar qué pasaba en los países vecinos, y decidimos replicar algunas ideas. Así se fue consolidando una política integral de protección y promoción de la maternidad y la primera infancia vulnerables, tomadas en conjunto. El eje central de todas las estrategias que la conforman es el acompañamiento para brindar herramientas que permitan que las personas logren gestionar su propio futuro. Se trata de llegar primero y antes, atacando los problemas en su raíz para evitar que luego proliferen en frutos amargos.
Sin embargo, estamos convencidos de que, si realmente queremos revertir en forma significativa los índices de pobreza infantil, deberemos encarar una política pública a nivel país, con un diseño federal y de aplicación municipal. El gobierno nacional es el que cuenta con los recursos, pero es el municipal el que por cercanía, contacto y conocimiento del territorio debe llevar adelante la tarea en cada lugar.
La concatenación de fracasos en el intento de mejorar una realidad puede leerse de dos maneras: o es imposible de revertir y nos resignamos a que el que nace pobre vive y muere pobre, o debemos cambiar el paradigma desde el cual abordamos esa realidad.Como persona con una fuerte vocación social, no tengo más que pensar que estamos ante la segunda alternativa.
Presidente de la Asociación Civil Concordia
Pablo María de la Torre
LA NACION