Las sanciones económicas de EE.UU. golpean duro a Irán
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado a insistir con renovados bríos que los compradores de petróleo crudo iraní dejen de hacerlo, bajo la amenaza de que, en caso contrario, se encontrarán muy pronto con la "mala voluntad" de la administración norteamericana.
Lo cierto es que las sanciones norteamericanas ya han tenido un efecto adverso particularmente notorio respecto de Irán. Su economía está en recesión, lo que se suma a una tasa dañina de inflación creciente, que –como la de la Argentina- ya está en niveles del 40% anual.
El Fondo Monetario Internacional acaba de proyectar que este año la economía iraní se contraerá nada menos que un 6% de su PBI. Esta situación genera descontento y fuertes tensiones dentro del propio Irán, cuyo escenario político continúa dividido entre los "reformistas", agrupados en torno a presidente Hassan Rouhani, más bien moderados, y los "duros", encabezados por los "ayatollahs", más recalcitrantes.
El presidente Trump había, hasta ahora, permitido a un grupo de países que, pese a las sanciones, continuaran adquiriendo hidrocarburos a Irán. Se trata de Japón, Corea del Sur, Turquía, la India y China. Todos esos países han comenzado a recibir presiones intensas por parte de los Estados Unidos, para que se abastezcan de hidrocarburos en otros proveedores alternativos, dejando de lado a Irán.
Algunos piensas que las sanciones apuntan a forzar al régimen iraní a negociar con los Estados Unidos en condiciones de debilidad. Hasta ahora, Irán no parece haberse sentido tan presionado como para aceptar negociar con los Estados Unidos.
La acusación iraní sugiere que los Estados Unidos, actuando en conjunto con Israel y Arabia Saudita, apuntan a lograr un "cambio de régimen" en Irán, desplazando del poder a los clérigos "shiitas". La contracción iraní es la peor acaecida desde el año 2012, cuando las sanciones entonces impuestas por el ex presidente Barack Obama recortaran un 7,7% del PBI de Irán.
Para el presidente Rouhani, las sanciones económicas contra su país son la razón por la cual la tasa de inflación de su país sigue siendo muy elevada y la recesión continuada. Todo esto castiga fuertemente al pueblo iraní y genera descontento. Situación que es la que los Estados Unidos ciertamente quisieron provocar. Los aumentos de precios de los alimentos resultan particularmente molestos para el pueblo iraní, a lo que se agrega el hecho de que sus ingresos se ajustan siempre menos que la tasa de inflación prevaleciente en Irán, corriendo entonces por detrás de los aumentos de precios.
Las sanciones norteamericanas apuntan esencialmente a cercenar las exportaciones iraníes de petróleo crudo. En un año, la presión parece haber dado resultados. En mayo del año pasado ellas eran del 2,8 millones de barriles por día. Hoy están a menos de la mitad de ese volumen, en niveles de exportación de unos 1,3 millones de barriles por día, con tendencia a seguir cayendo. Si los norteamericanos dejaran de conferir excepciones al régimen sancionatorio en beneficio de los cinco países antes nombrados, las exportaciones iraníes seguramente caerán aún más, perjudicando profundamente a la ya deteriorada economía de Irán.
Por el momento, esto es lo que puede predecirse que ocurrirá en el corto plazo. Pero si Irán –que ha reducido drásticamente sus importaciones- de pronto se encuentra ante situaciones límites repentinas, el descontento de su población podría generar algún cambio político doméstico, presumiblemente en dirección contraria a la visión de los ayatollahs más duros, posibilidad que naturalmente la administración norteamericana sigue bien de cerca.