Macri, de vuelta al llano pero alerta
Cuando casi nadie dudaba de que Mauricio Macri se encaminaba cómodamente hacia una reelección segura, ya afirmaba entonces que terminado su segundo mandato en 2023, iba a dar las hurras para retirarse de la política tradicional. Luego, "pasaron cosas" y aquella ilusión se fue diluyendo hasta morir del todo en las elecciones del 27 de octubre.
"Y sí, ¿a qué más podría aspirar un político que a dos mandatos presidenciales?", razona Macri. Se le podría contestar que Juan Domingo Perón aspiró a un tercer período y lo obtuvo. O que también, después de su doblete presidencial, Cristina Kirchner volverá al poder en pocos días como vice y "constructora" de su obra más audaz y peculiar: "Alberto Presidente".
Ahora bien, Macri planificaba retirarse después de completar un segundo mandato. Pero esto no sucedió. ¿Cómo se supone que su comprobada resiliencia está procesando ahora mismo esa notable frustración?
No está resentido con los resultados de las urnas y se lo nota tranquilo. Es más: se ha convencido de que si hubiese ganado por poco, los estallidos sociales que por diferentes razones se vienen registrando en distintos países de América Latina, también podrían haber sumado un capítulo argentino.
La resiliencia habla de la resistencia a las condiciones más adversas y la superación de las mismas, algo en lo que Macri está bien entrenado por su variada historia de vida, siempre escarpando cuestas imposibles. En la tarea que está terminando en estos días sufrió serios daños autoinfligidos, graves factores inesperados, inconsistencias varias y el desgaste constante que supusieron los deseos nada ocultos y siempre bien activos para horadar su gobernabilidad por parte del kirchnerismo y de la izquierda recalcitrante.
Otros en su lugar tirarían la toalla y no lo intentarían más. Pero eso no está en su ADN. Para el Presidente, que se va en dos semanas, la tarea ha quedado trunca. ¿Volverá a intentarlo más adelante? No lo descarta, pero tampoco puede afirmarlo con certeza: es consciente de que cuatro años es mucho tiempo y pueden "pasar cosas".
Así como las mujeres que pretenden llegar a los cargos gerenciales más altos hablan de un invisible "techo de cristal" que les impide ascender, la pregunta es si Macri no lo es también para los demás aliados de su coalición, a los que no estaría dejando crecer si reivindica para sí un liderazgo excluyente.
El líder de Juntos por el Cambio, que se siente transformado tras la treintena de actos que protagonizó por todo el país, no ve tal escollo: asegura que en las PASO de 2021 todos podrán competir y allí empezará a dibujarse el horizonte de 2023. La hipótesis de trabajo es que ese 40% logrado en las urnas siga creciendo hasta convertirse en mayoría para entonces si la nueva gestión no da en el clavo. Mientras tanto, permanecerá alerta.
Hay quienes se preguntan si la seguidilla de masivos actos se hubiese adelantado para antes de las PASO no habría servido para arañar un escenario de ballottage el 27 de octubre. Cerca de Macri se muestran realistas: creen que el fervor posterior de las marchas fue precisamente por el temor que despertó la notable delantera de Fernández -nada menos que 16 puntos-, lo que hizo que un sector significativo de la población reaccionara y bajara esa diferencia a la mitad. Así llenaron las urnas con casi once millones de votos, equilibraron los tantos en el Congreso y dejaron planteada una advertencia para adelante: si Macri se "graduó" de político con esas marchas, quienes asistieron entusiastas a ellas no están dispuestos a mostrarse tan pasivos si se repitieran ciertos excesos del gobierno anterior que en el pasado supieron tolerar, más allá de alguno que otro furtivo cacerolazo. Chile está a la vuelta de la esquina de cualquier país, sin distinción de ideologías porque en estos tiempos alterados la paciencia de la gente tiene -parafraseando a Juan Grabois- "mecha corta".
Macri apela a distintos formatos para la despedida: intercambios livianos en Instagram, como el de anteayer, en el que hasta se emocionó cuando le preguntaron qué es lo que más iba a extrañar de ser presidente, una marcha para el #7D (viejo emblema del kirchnerismo ligado con la entrada en vigor de la ley de medios) y no se descarta un mensaje final de Macri, se verá si por cadena nacional o no, ya que se trata de un formato que evitó durante toda su gestión para comunicaciones personales, en las cuales últimamente crece el protagonismo de Juliana Awada.
También se prepara para su nuevo rol de jefe de la oposición y pide a sus seguidores que no tengan miedo, que no se dejen distraer y que no acepten el argumento de tierra arrasada (ni permitir que los que llegan la arrasen). Ahora, alega, hay instrumentos de navegación funcionando (estadísticas), una sociedad más alerta y legisladores suficientes para frenar cambios en la Constitución o locuras de igual porte. El mandatario saliente considera que le espera un gran trabajo interno para fortalecer la coalición. No tiene previsto conceder entrevistas personales por el momento (le había dado una a Jorge Lanata que no se hizo por su internación), pero es posible que durante su viaje a España haga alguna rueda de prensa.
Macri también se asoma a un capítulo desconocido de su vida: ser expresidente.
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