Cuando Asterix plagió a Patoruzú
René Goscinny, creador del célebre héroe galo, se crió en la Argentina y, según un ensayo publicado recientemente en Francia, habría sufrido algo más que la influencia del indio imaginado por Dante Quinterno
LONDRES.- Cuando murió en 1977, René Goscinny, creador de la tira de Asterix, fue para los franceses como si se hubiera venido abajo la Torre Eiffel, según observó el autor de un obituario. Las aventuras del corajudo galo eran, y son aún, motivo de orgullo en su país natal, y han sido traducidas y celebradas en varios idiomas. Un cuarto de siglo después de la muerte de Goscinny se aviva en Francia una controversia alrededor de su vida, además de su creación.
El debate galo corre paralelo a otro porteño, de menor fervor, en torno de la figura del indio Patoruzú. En las páginas de LA NACION se ha tomado al personaje de Dante Quinterno como héroe sospechoso, en las palabras de Marcelo Gioffré (10 de noviembre, en Enfoques), personaje quijotesco (30 de noviembre, en la sección Campo), y como héroe ejemplar en réplica a Gioffré en la sección cartas (1° de diciembre).
El revisionismo francés es interesante porque gira en torno de la figura de Goscinny, su trayectoria, y los paralelos entre Asterix y el indio patagónico de Quinterno. Lo más fácil es decir, simplemente, que Goscinny plagió, abiertamente, al argentino. Es de notar que ambos personajes, el argentino, algo abandonado y fuera de circulación, y el francés en traducción, circulan en el mismo mercado local, aunque no en el internacional.
Didier Pasamonik, un francés apasionado por los cómics, y fascinado por algunos de los dibujantes argentinos (José Muñoz, Alberto Brescia y Hugo Pratt, entre otros), acaba de publicar en París un ensayo sobre René Goscinny y su relación con la Argentina, y así con el personaje de Quinterno. El ensayo de Pasamonik ironiza que un artista judío francés, hijo de inmigrante polaco y madre ucraniana, plagia a un argentino para crear un héroe francés.
La labor de Pasamonik se cruzó con la de este corresponsal a causa de una serie de publicaciones en el London Review of Books, donde varias personalidades del mundo académico inglés analizaban el atractivo de Asterix y su resistencia a la ocupación romana de Francia, proyectándolo a la resistencia contra la invasión por Alemania en 1940.
René Goscinny nació en París el 14 de agosto de 1926. Unos días antes, el 1° de agosto, su padre Stanislas Goscinny (1887-1943), nacido polaco y arribado a París a fines de la Primera Guerra Mundial, se naturalizó francés. En 1927, Stanislas, ingeniero químico de profesión, obtuvo empleo con la Jewish Colonization Association, creada por el filántropo Barón Maurice de Hirsch, y fue enviado con un cargo gerencial a Buenos Aires. Con él viajaban su esposa, Anna Beresniak (1889-1974), el niño René y su hermano Claude. Stanislas se encontró con dificultades de asimilación (si bien era políglota y dominaba varios idiomas) dado que en Buenos Aires su cargo dependía de la jefatura, desde donde "los judíos de París" pagaban su sueldo, cosa que causaba resentimiento entre los burócratas locales. Interesante es notar que Stanislas era un judío discreto y no gustaba admitir su religión, situación que luego heredó René. Didier Pasamonik cita a René Goscinny manifestando: "Me encantan los extranjeros. Yo también fui extranjero durante mucho tiempo".
Ahora bien, cuando Goscinny tenía apenas 2 años, hacía su debut en Buenos Aires Dante Quinterno.
Quinterno nació en Buenos Aires el 26 de octubre de 1909. En el diario Crítica se anunció el 17 de octubre de 1928 una tira en donde Don Gil Contento adoptaría a un indio tehuelche conocido como Curuguá-Curiguaüigua, y en la primera entrega, que aparece el 19 de octubre, el personaje es rebautizado Patoruzú, si bien deja de aparecer el día 21 por problemas técnicos. En diciembre de 1928 aparece en La Razón una tira que tiene como personaje a un vivillo, que será conocido como Isidoro. El 27 de septiembre de 1930, esa tira apadrina a un indio del Sur. En diciembre de 1935, Quinterno lleva a Patoruzú a El Mundo, donde la popularidad del personaje supera y reemplaza la tira de Isidoro. En 1936, Quinterno lanza su revista propia. En 1937, hace su aparición el niño obeso conocido como Upa, y en 1938, entra la Chachamama, conocida como la Chacha, infatigable proveedora de empanadas criollas.
René Goscinny, residente en Buenos Aires, es un asiduo consumidor de historietas. Así, a temprana edad anuncia que quiere ser dibujante. Los cuadernos de René de esa época se hallan poblados de caricaturas infernales de Hitler, Mussolini y Stalin, y ya el chico decide que su única contribución al mundo será mediante el cómic. En la Navidad de 1943, el padre cae fulminado por una embolia. La familia recibe apoyo de sus empleadores, pero es poco dado que hasta la liberación de París las autoridades europeas de la JCA se hallaban dispersas en países que combatían a la Alemania nazi. A poco de la muerte de su padre, René Goscinny se marcha para Nueva York (donde había estudiado Quinterno), en busca de quien lo pudiera entrenar como dibujante.
Tuvo suerte Goscinny. En Nueva York se juntó con un grupo de artistas que años después harían la revista Mad. De Estados Unidos regresó a Francia a los 26 años, para hacer el servicio militar, pero al terminar la milicia volvió a irse, aunque por poco tiempo. Su madre seguía en Buenos Aires, donde intentaba superar aún la perdida de su marido, y de toda su familia en Europa a mano de los nazis (tema que René Goscinny relataría en su único libro, que permanece inédito). Goscinny regresó a Francia, para quedarse, en 1951. Se juntó con un francés hijo de italianos, Albert Uderzo (actualmente octogenario), y se lanzaron a la historieta con un antecesor de Asterix llamado Oumpah-pah, un indio de pata ancha que defiende un pueblito en el Lejano Oeste contra la colonización de los blancos. No tuvo suerte, pero luego de otros intentos, Goscinny-Uderzo lanzaron una versión gala de Oumpah-pah en la revista Pilote.
El primer volumen de Asterix al estilo más difundido apareció en 1961. Había parecidos interesantes entre Asterix y Patoruzú, entre Obelisk (infradotado de fuerza titánica e insaciable consumidor de jabalíes) y Upa (y existen cuadritos con la misma acción), entre la Chacha y el cocinero de jabalíes en la campaña gala, y rastros de Isidoro en vivillos que hacen breves apariciones.
Para 1969, un sondeo de opinión reveló que los franceses consideraban a Asterix como parte de su identidad cultural, dos tercios de la población había leído por lo menos un libro de Asterix, y las ventas de libros ascendían a 55 millones de ejemplares, cifra que superaba al del belga Tintín. Cuando murió en 1977, a los 51 años, Goscinny acababa de completar su libro número 24 de Asterix. La pregunta que hace Didier Pasamonik en su ensayo y que vuelve a surgir aquí es, ¿no será que Goscinny le debía todo esto a su lectura de los personajes de Dante Quinterno, allá en los años treinta, durante su residencia juvenil en Buenos Aires?