Cuando el Estado estimula el problema del juego
Desde hace muchos años, la violencia en los estadios de fútbol se ha ido agravando y el número de víctimas de delitos en los estadios y zonas cercanas a los lugares donde se disputan los partidos de fútbol ha crecido de manera exponencial.
Ante este problema creciente, el Estado ha decidido, simplemente, relevarse de su responsabilidad y, en lugar de estudiar, prevenir, reprimir y poner a los responsables bajo las órdenes de la Justicia, ha optado sencillamente por correrse de su rol. Para eso ha prohibido el ingreso de público visitante a las canchas como única solución a su alcance para controlar el caos provocado por unos pocos que han elegido hacer del delito en torno al fútbol su forma de vida. Es decir, el Estado admite su incapacidad para ocuparse de que el espectáculo del fútbol sea un rato de esparcimiento para quienes concurren a los estadios y, como único remedio posible, propone sacar a la gente de las canchas.
Similar es la respuesta que dan los dirigentes del fútbol cuando se los consulta y se les advierte respecto de los peligros, daños y consecuencias de promover desde la AFA y el Estado el denominado Prode Bancado, el sistema de apuestas online para los certámenes locales. "Hoy es ilegal, ocurre y los clubes no ven un peso", argumentan quienes no han resuelto el descalabro económico de sus instituciones, ni siquiera con el dinero del Fútbol para Todos. "Si lo blanqueamos es lo mismo, pero por lo menos ese dinero les llega", explican con razones aplicables al narcotráfico y la trata de personas, entre algunos delitos que hoy todavía son perseguidos.
Omiten los dirigentes, entre otras cosas, mencionar la gravedad del crecimiento de la ludopatía en un nuestra sociedad, como consecuencia de la notable expansión del juego, especialmente en la última década. Lo vemos con mucha claridad en nuestra ciudad con el crecimiento de los casinos que convocan a multitudes, especialmente trabajadores y a los sectores más postergados de la sociedad.
No sólo se desentiende el Estado de su rol de control (con las apuestas online sería imposible evitar que los menores apuesten), sino que además promueve una actividad que provoca un daño a importantes sectores de la población, en lugar de cumplir su rol de educador, de formador de la ciudadanía en los valores del trabajo, alejándolos de los peligros que traen aparejados enfermedades como la adicción al juego.
Creemos en un Estado que cuide, eduque y vele por la salud de sus ciudadanos. Con el Prode online, no sólo abandona su rol de control de actividades ilegales, sino que, lo que es más grave, incita a la población a jugar, a ser presa de una enfermedad que destruye hogares y familias. Se propone desde el Estado una sociedad en la que la única posibilidad de futuro esté en una bolilla de la ruleta o en la palanca de las máquinas tragamonedas.
El autor es defensor adjunto del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires