Cuatro monjes budistas e intoxicados
Es cosa rara ver a la policía haciendo una redada antidrogas en un templo budista, pero más raro todavía es que se haya llevado presos a cuatro monjes por consumo de metanfetamina. Esto sucedió en el pequeño templo de Phetchabun, una provincia en el norte de Tailandia, donde se sometió a estos sujetos a un test: el análisis demostró que los cuatro tenían rastros de esa sustancia en sus cuerpos. Desde entonces el templo permanece vacío y los monjes, en una clínica de rehabilitación.
El primer ministro de Tailandia, Prayuth Chan-ocha, inició una serie de acciones drásticas contra la droga. Una píldora de metanfetamina se vende en la calle por un dólar y medio y es un hábito compartido por pobres y ricos, ateos y monjes. Imaginamos a un abogado defensor sosteniendo que el objetivo de la vida monástica es similar al de un adicto: salir de sí mismo, descubrir otros mundos, vivir experiencias extáticas. Pero salir no es lo mismo que escapar, y la metanfetamina es un camino demasiado sencillo para llegar tan alto.
Algo más...
¿Drogas y experiencia religiosa? El escritor mexicano Octavio Paz explicaba que antiguamente las drogas alucinógenas eran compartidas en un contexto teológico y ritual. Pero que se han vuelto potencias destructivas porque fueron arrancadas de su contexto al usarse sin sentido ni trascendencia, apenas como objeto de consumo.