Cuidado, mucho cuidado: todo se puso oscuro
Esta semana es muy fácil coincidir en cuál fue el hecho más sensible e impactante. Sin lugar a dudas, el tarifazo de la electricidad: de acá hasta junio subirá entre 43 y 110%. Imaginemos el devenir de los acontecimientos después de este mazazo –o massazo– en la cabeza: la gente apaga las luces; el conurbano a oscuras es asolado por bandas de delincuentes; hay puebladas enardecidas; Berni va en moto al principal foco de las revueltas y lanza su candidatura a presidente, pero termina llamando a conferencia de prensa desde la cama de un hospital. Entonces, Kicillof declara en C5N que todo se originó en el ajuste salvaje impuesto por el FMI. Se los dije: lo de la luz va a traer bolonqui.
Las cosas siempre parecen bastante sencillas hasta que las explica Kichi. Todas las noches, en las profundidades del GBA roban en algún colectivo y en los últimos años han atacado e incluso matado a varios choferes, pero el caso de La Matanza interpretado por el gobernador adquiere otra dimensión. “Ojo, ojito –nos dice–. Uno de los detenidos por el asesinato llevaba slip de color amarillo, en 2021 las antenas de telefonía celular lo ubicaron a dos cuadras de una protesta por el cierre de escuelas en la provincia, y su novia… ¿dónde vivía su novia, eh, dónde? ¡En la avenida Bullrich, en Alejandro Korn! Más claro, echale clarificador. Si tiene cuatro patas y ladra, es un felino”.
Su teoría sobre la involucración de Patricia Bullrich en la muerte de Barrientos no debería ser descartada de plano. Esa mujer me inspira cero confianza desde que les pagó a 50 peritos para que dijeran que Santiago Maldonado se había ahogado. Por qué no pensar que entró en contacto con el submundo de la droga y el delito para descontar la ventaja en las encuestas que le lleva Rodríguez Larreta. Hasta la creo capaz de haber infiltrado matones entre los colectiveros que molieron a Berni Super Star, y también en la fuerza policial que fue a detener de los pelos a los dos colectiveros. ¿No habrá sido ella la que manejaba el auto en el que huyeron los asesinos? Pasajeros que declararon en la causa dijeron que los malvivientes parecían “nerviosos o drogados”, que “no sabían manejar armas” y que “se abatataron” después del crimen: típico de la mano de obra barata que suele contratar Patricia. Habría que ir a buscarla a su casa con el mismo escuadrón de la muerte que les mandó Berni a los colectiveros; bueno, y de paso que se los lleven también a Berni y a Kichi.
A todo esto, el país asiste incrédulo al silencio del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza; de Alberto, de Cristina, de Máximo… También allí hay una explicación. Espinoza vive en Puerto Madero, donde se siente recontra seguro, y ha dejado trascender que, estando como están las cosas, es una locura que la gente vaya a tomar un colectivo a las 4 de la mañana. Maximito podría pronunciarse de un momento a otro: están esperando que se despierte. Cristina tuvo un silencio selectivo: calló tras el asesinato, pero puso un tuit indignado por la forma brutal en que detuvieron a los choferes; políticamente, razón no le falta: el crimen ocurrió de madrugada y lo vieron seis o siete pelagatos, mientras que al operativo del escuadrón de Rambos lo seguimos todos por televisión. En cuanto a Alberto, los acontecimientos lo sorprendieron durante una visita de Estado a Chile, donde le declaró amor eterno a Boric (como ya había hecho con Putin y con Biden) e intervino en un encuentro de la flamante Alianza de Países de América Latina y el Caribe contra la Inflación; tal como suena: disertó en un foro internacional sobre inflación. Profesor, mis respetos: a usted le asiste ese derecho por haberles declarado la guerra a los precios el 15 de marzo del año pasado; visto el escaso avance, quizás el error fue hacer el anuncio durante un acto en Tortuguitas.
Massita, un exintendente que no se cansa de caminar el conurbano y ponerle el oído a la gente, parece ser el único en tener real dimensión de lo que acaba de pasar: va a aplicar un descuento en el precio de la SUBE a las personas que acrediten haber sufrido un asalto viajando en colectivo.
Después del frustrado show de Narciso Berni (así, cariñosamente, lo llama Kichi) se ha reparado hasta el cansancio en que trabajadores peronistas de un sindicato peronista le pegaron a un funcionario de un gobierno peronista por la muerte de un colectivero en un distrito en manos del peronismo. Yo, que no me autopercibo peronista, creo que simplemente se trató de una mera acumulación de coincidencias; salvo, claro, que confirmen que todo fue maquinado por la mente siniestra de Patricia Bullrich.
La Iglesia Católica, que no da un paso sin pensárselo bien, no solo deploró el asesinato de Barrientos: denunció la existencia de un “territorio liberado o negociado” con las mafias de La Matanza.
Felices Pascuas. Ya habrá tiempo de poner la casa en orden.