De cal y de arena, la vida
Es una suerte que los sacones de alas desplegadas y la vocación mocasinera de Néstor Kirchner hayan sido observados mucho más detenidamente que, por ejemplo, su concepto del capitalismo nacional. A fin de cuentas, la digresión menuda aporta útiles datos misceláneos al conocimiento de una nueva personalidad política. En la diversidad está el gusto y es la diversidad de gustos estéticos la que contribuye más eficazmente a que el espectáculo de la vida cotidiana resulte menos ingrato.
Es una suerte que mientras la tremebundez terrorista inunda de lágrimas los valles de este mundo, investigadores de Florencia revisen viejos porfolios con intención de probar que la Gioconda sonríe como se sonríe porque estaba embarazada. Es una suerte que mientras el virus del síndrome agudo respiratorio severo, el flamante SARS, extiende su ponzoña, funcionarios ingleses auspicien una campaña comercial que propone a los súbditos del reino este venturoso desafío: "Conozca el secreto mejor guardado por los argentinos, el dulce de leche".
La noticia miscelánea morigera los agobios que sufre la humanidad, conminada a chapotear cal y arena, a sobrevivir con el Dios en la boca. Es una suerte que en medio de una ardua controversia sobre cuestiones arancelarias, el ministro de Agricultura brasileño haya lanzado la teoría de que el tango es carioca antes que porteño, una disquisición que infundió calor cultural a tan ripiosa disputa.
Elogio de la pavada
El hecho de que el Viagra triplique hoy sus ventas en las farmacias de Buenos Aires, respecto de 1999, refleja que buena parte de la masculinidad autóctona privilegia su autoestima sexual, y ésa es tan buena noticia como la de que el varón de la calle Florida reconoce que la efervescente belleza de sus coterráneas es el único patrimonio que ni el gobierno más neoliberal podrá jamás enajenar.
Es una suerte que el habitual lector de diarios consiga retemplar su patriotismo con la noticia de que la Argentina revalidó su condición de primer exportador mundial de maíz pisingallo, el más apto para fabricar pochoclo, ya que así, tal vez, consiga distraer su atención de calamidades como ésta: entre 1992 y 2001, por efectos del espejismo de la convertibilidad, se fugaron del país 60.412 millones de dólares, suma equivalente a casi la mitad de la deuda externa.
Sin duda, la diversidad mitiga los riesgos del soponcio y por eso hay que agradecer que fluyan por doquier los intelectuales enroscados en candorosas extravagancias, como la de pretender que un trecho de la avenida Sarmiento se llame Rosas, o como la que convirtió en estrella por un día, y luego en filet, a un pescado parlanchín que en idioma hebreo pronunció una grave sentencia bíblica en una pescadería neoyorquina. El asunto fue dado en la portada de The New York Times el 15 de marzo pasado.
Julio Cortázar suponía que en tiempos de espanto, ahora con baterías antimisilísticas al pie del Obelisco de Washington, la suave y tranquila miscelánea tiene propiedades balsámicas. Tal vez Cortázar habría incorporado el alegre chismorreo que suscita la vestimenta de Kirchner a su libro La vuelta al día en ochenta mundos , en el que dispensó a la miscelánea el carácter de género literario.