Deme dos
En tiempos de “sequía” de recién nacidos como los actuales –la natalidad disminuyó en la Argentina un 40% en los últimos diez años–, quien se asome por ciertos cochecitos que pasean por Recoleta –barrio de gerontes, si los hay– para admirar a los nuevos argentinitos y felicitar a sus padres, se sorprenderá cuando, en vez de un tierno bebé, descubra que su lugar está ocupado no por uno sino por dos cusquitos. Ya dan vuelta varios con perros diminutos o con esos feuchos de cara achatada que respiran mal y se agitan.
Ahora la gran novedad es que, sea caminando por sus propios medios o a upa de sus dueños, crece fuerte la moda de tener más de un perro.
Presten atención cuando salgan y comprueben este curioso fenómeno por sí mismos. No es fácil llevar de la correa a sendos canes. Si son pequeños y hasta medianos, puede ser manejable, pero si son perrazos, dominar los tironeos de cada uno requiere no solo de fuerza sino de una gran templanza.
¿Por qué dos? Alegan que es para que jueguen y se hagan mutua compañía, especialmente aquellos a los que les toca quedarse solos encerrados en departamentos mientras sus amos salen a trabajar.
Así viene la cosa: niños, ninguno. Perros, dos.










