Educación, la mejor respuesta
Varias noticias originadas en el ámbito educativo alientan a suponer que decididamente algo empieza a cambiar en la sociedad argentina con respecto a lo que tantas veces se ha reclamado desde estas columnas: el lugar que la educación debe ocupar entre nosotros.
En principio, el Plan Deserción Cero, lanzado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para reinsertar en el sistema educativo a aquellos que por distintos motivos se encuentran fuera de él, arrojó ya las primeras cifras optimistas a un mes de su creación. Unos 3000 adolescentes han retomado la escuela media, aunque falta todavía reincorporar al sistema a los cerca de 13.000 que abandonaron sus estudios en los últimos años. Además de destacar la rotunda convocatoria obtenida por una campaña hecha sin descuidar ningún aspecto -fue notable la fuerte presencia gráfica de los afiches callejeros, con su apelación a la "Deserción Cero"-, es importante resaltar también el papel cumplido por los Centros de Gestión y Participación (CGP) y su personal, especializado en promoción educativa, que derivó y orientó a los jóvenes hacia las distintas opciones, una atención personalizada que se seguirá brindando durante todo el año.
Este resultado cobra más importancia a la luz del anuncio realizado el martes último por el gobierno nacional que, dentro del Plan Estratégico de Justicia y Seguridad 2004-2007, incluyó el programa contra la deserción escolar, que intentará la vuelta a la escuela de 50.000 jóvenes de las zonas más críticas del país, la apertura de 1000 escuelas los sábados para recreación, más el plan Hermano Mayor, por el que se convocará a 10.000 estudiantes avanzados para que cooperen con la educación de 50.000 chicos en mayor riesgo de deserción escolar en el nivel básico.
Junto con estas propuestas educativas emanadas del ámbito público, que son una lúcida respuesta a los problemas que debe enfrentar hoy la educación argentina, es oportuno conocer la que están desarrollando en conjunto distintas entidades educativas religiosas y laicas. Convocados por el Colegio Santo Domingo Savio de Villa La Cava, en San Isidro, representantes de la parroquia Nuestra Señora de La Cava, el Colegio Marín, el Colegio Bet El, la escuela N° 11 de Avellaneda, el colegio nacional San Isidro, el Instituto Pedro Poveda y la Red Solidaria, han decidido crear la Cátedra de la Educación para la Inclusión Social, con "métodos y pedagogías especialmente diseñados para lograr una mayor equidad en el proceso de aprendizaje".
Se estima que, en nuestro país, de los doce millones de alumnos primarios y secundarios en edad escolar el 75 por ciento sólo recibe la mitad de las horas de clase que el 25 restante. La idea de la Cátedra consiste en convocar e identificar a aquellas comunidades educativas "que trabajan cerca de quienes más necesitan": maestras rurales, docentes de adultos, bibliotecas populares, escuelas en barrios de violencia creciente, programas de becas, terciarios y universidades con diversas dificultades, para compartir sus experiencias y difundirlas.
En el origen de esta iniciativa está el trabajo realizado por alumnos y docentes del colegio de La Cava: en un lugar de permanente inestabilidad social, con todas las dificultades que cotidianamente les toca vivir a las doce mil personas que constituyen su comunidad, se logró, con el aporte fundamental de los docentes, la creación de la escuela donde cerca de 1200 chicos están estudiando y completando, con esfuerzo y orgullo, su Polimodal. Estos chicos tienen características de aprendizaje diferentes: atención distinta en clase, dificultad al leer, para verbalizar o para lograr abstracciones de distintos conceptos, etcétera. Pero el cuerpo docente supo dar las respuestas pedagógicas, y no pedagógicas, que esa comunidad necesitaba.
Es a partir de este "modelo de educación" que nace la idea de adaptar las estrategias pedagógicas usuales para desarrollar una verdadera "especialización" en busca de la equidad educativa y de incluir a toda la comunidad, desde los particulares hasta las empresas, para que pueda hacer su aporte a este cambio imprescindible.
Declamar la necesidad de transformación de la realidad argentina no significa lograrla. Todos sabemos que es una tarea que, además de tiempo, trabajo y esfuerzo, exige decisión política de parte de los dirigentes, compromiso y comunión de objetivos de parte de todos los ciudadanos. Durante la Misa de la Educación del miércoles último, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, resumió perfectamente el concepto sobre la reconstrucción del país cuando dijo que "cualquier proyecto que no ponga la educación en un lugar prioritario será sólo más de lo mismo".