El año que entra viene con varias asignaturas pendientes
Las perspectivas de crecimiento para 1998 acaparan gran parte de las discusiones económicas de fin de año. Este ritual, que se repite año tras año, adquiere especial relevancia cuando de lo que se trata es de prever qué pasará con la economía argentina en un mundo convulsionado como el que nos ha tocado vivir en los últimos meses. Es justamente por ello que resulta especialmente complicado hacer un pronóstico para 1998. A las dificultades que suele haber para estimar el crecimiento, este año debemos agregarle una mayor incertidumbre, propia de una situación internacional inestable.
Los siguientes interrogantes dan una idea de la dificultad de prever qué va a pasar en la economía mundial: ¿hasta cuándo va a continuar la volatilidad del sudeste asiático y en particular de Corea?; ¿qué es lo que va a pasar con la economía japonesa, que vuelve a aparecer sumida en una gran incertidumbre y con pérdidas cuantiosas en su sistema financiero con quebrantos que, según algunas estimaciones, llegan al 10% del producto y que se han agravado como resultado de la crisis de las economías de los países vecinos?
¿Cuál será la magnitud del próximo ataque especulativo sobre la economía de Hong Kong -con un sistema similar al de la convertibilidad- en un contexto donde China ha perdido competitividad respecto de todos los países vecinos durante el último año?; en una economía mundial que seguramente mostrará una desaceleración del ritmo de crecimiento algo mayor que la prevista en el último informe del Fondo Monetario Internacional, que redujo las perspectivas de crecimiento del 4,3% de hace tres meses a un 3,5; ¿cuál es la posibilidad de que las acciones de Wall Street mantengan cotizaciones similares a las existentes cuando comenzó el "ruido" en el sudeste asiático?; ¿será posible que con un sector público que paga tasas de interés reales superiores al 40%, la economía brasileña "sólo" muestre una desaceleración en el ritmo de crecimiento mientras se mantiene sin grandes modificaciones la política cambiaria?
La cantidad y la entidad de los interrogantes hacen innecesario intentar argumentos adicionales respecto de la dificultad de realizar estimaciones relativas a la evolución de la economía argentina durante 1998.
Algunas especulaciones
A pesar de ello, a continuación se realizan algunas especulaciones al respecto. Nuestras estimaciones suponen un escenario internacional relativamente optimista, dada la situación actual, cuyos rasgos característicos serían los siguientes: a) Se mantiene la volatilidad en el sudeste asiático durante varios meses, aunque la misma tiende a desaparecer a lo largo de 1998; b) la economía japonesa no crece más de un 1%, pero la crisis bancaria es razonablemente controlada -aun en presencia de quiebras bancarias- y el yen deja de debilitarse; c) no suben las tasas de interés de corto plazo en Estados Unidos y no hay una caída abrupta en el precio de las acciones, aunque su cotización puede disminuir a lo largo del año como resultado de la desaceleración en el ritmo de crecimiento y la disminución en las ganancias de las empresas; d) no hay devaluación en China y la economía de Hong Kong, en un contexto de deflación de los valores inmobiliarios, mantiene el régimen de convertibilidad y en particular la paridad cambiaria; e) la economía mundial crece alrededor de un 3%; f) la economía de Brasil consigue transitar el año sin una fuerte modificación cambiaria -al menos no superior en términos reales al 10%- y con un nivel de actividad similar al de 1997.
En ese escenario, es razonable suponer una desaceleración del ritmo de crecimiento en la Argentina que podría llevar la tasa de variación del producto al 4% para 1998. Dicho sea de paso, de mantenerse los niveles desestacionalizados del cuarto trimestre de 1997 a lo largo de 1998, el "efecto arrastre" determinaría un crecimiento del producto del 1,6 por ciento.
Estimamos que la inversión crecería por encima del aumento del producto (9% en términos reales), marcando que en el escenario elegido se mantienen expectativas positivas con respecto al comportamiento de largo plazo. En lo que concierne a las exportaciones, estamos suponiendo un 10% de crecimiento real, el que será menor en términos nominales dada la disminución prevista de los precios. Ello, unido al crecimiento de las importaciones del 10% real -que implica una elasticidad de importaciones inferior a la de los dos últimos años-, daría lugar a un déficit en el balance comercial para 1998 de alrededor de 5500 millones de dólares (aproximadamente 4400 millones en 1997).
En otras palabras, aun con desaceleración en el ritmo de crecimiento, el desequilibrio de la balanza comercial volvería a aumentar, lo que junto con el incremento en el monto de intereses de la deuda pública -mayor deuda y tasa más alta- y posiblemente también de la privada, generaría un mayor déficit en cuenta corriente. Este desequilibrio alcanzaría, de acuerdo con la metodología del FMI, a alrededor de 4,3% del producto. Además, el desequilibrio fiscal sería mayor al previsto en el presupuesto, dado que a los supuestos algo optimistas respecto de la recaudación impositiva ahora debemos agregar un menor ritmo de crecimiento.
Menos empleo
En lo que respecta a la creación de empleo, todo hace pensar que difícilmente volvamos a ver durante 1998 una reducción en la tasa de desempleo, ya que la economía argentina seguramente debe crecer por arriba del 5% para que ello ocurra. Dicho sea de paso, lo que aconteció en 1997 nos está mostrando que la elasticidad del empleo respecto del producto en el futuro no será tan baja como lo fue en el período 1991-96 y que, por lo tanto, la clave para reducir el desempleo es lograr una tasa de crecimiento alta y sostenida. Decíamos previamente que el escenario que estamos comentando es moderadamente optimista. Por lo tanto puede tener modificaciones si la situación internacional es distinta de la prevista. En particular, es necesario seguir de cerca el comportamiento de las tasas de interés en Brasil.
Teniendo en cuenta su efecto sobre el déficit fiscal y la actividad productiva y por ende sobre la solvencia del sistema financiero y, además, dada la magnitud de los vencimientos de la deuda pública en los próximos dos meses, los tiempos para reducir drásticamente las tasas de interés se acortan. Por lo tanto, a más tardar a fines de febrero y de acuerdo con la variación de las tasas de interés, estaremos en condiciones de evaluar si los supuestos respecto de la evolución de la economía brasileña utilizados en nuestras proyecciones han sido optimistas. Por último, un comentario sobre los condicionantes internos y su impacto sobre el crecimiento. En este sentido cabe decir que, habiendo mencionado las debilidades asociadas a un elevado déficit en cuenta corriente y a un desequilibrio fiscal mayor a lo aconsejable, poco es lo que puede hacerse en el corto plazo para cambiar esta situación.
Sin embargo, hay acciones que, ya sea porque afectan las instituciones políticas, o se refieren a reglas de más largo plazo, o porque comienzan a actuar sobre debilidades estructurales, pueden afectar la actividad económica en 1998, pero en particular la tasa de crecimiento de mediano plazo. En este sentido se puede observar como un hecho negativo la estrategia elegida por el Gobierno después de las elecciones, que ha sido la de confrontar constantemente para ganar el centro del escenario.
Si bien ha conseguido su objetivo, claramente es una estrategia que puede generar efectos negativos en el campo económico. Lo positivo, claramente asociado al resultado de las elecciones y que reduce la incertidumbre de largo plazo, es la sanción de la ley del Consejo de la Magistratura, los intentos de reestructurar la policía de la provincia de Buenos Aires y las medidas anunciadas por el Presidente a comienzos de esta semana tendientes a mejorar la competitividad de los sectores productivos.
Quisiéramos que en el año próximo se llevaran a cabo reformas adicionales en estas áreas, a las que deberíamos agregar el mejoramiento y financiamiento de la educación, la defensa de la competencia, el adecuado funcionamiento de los entes reguladores, la reforma tributaria, la búsqueda del consenso en torno de las modificaciones de las leyes laborales, la correcta atención de las Pymes y la reducción de la exclusión social.
De esta manera estaríamos avanzando en la agenda compartida por la mayoría de los argentinos y por ende -más allá de los avatares de la economía mundial- mejorando las perspectivas de crecimiento en el mediano plazo. Feliz 1998.