El club de los enemigos de Gandhi
Nadie es profeta en su tierra. Ni siquiera Gandhi. En las palabras de Pratap B. Mehta, del Centro de Investigación Política de Nueva Delhi: "Me temo que Gandhi se ha vuelto marginal. En la India moderna, las dos fuerzas dominantes lo odian". Se refiere a los supremacistas hindúes y a los parias. Los primeros no le perdonan su compasión por la minoría musulmana del país y por haber permitido que Paquistán se separara de la India. Los miembros de un grupo nacionalista llegaron a erigir una estatua al asesino de Gandhi, Nathuram Godse; el primer ministro Narendra Modi y muchos de sus aliados políticos alguna vez pertenecieron a ese grupo. Los parias sostienen que si bien el Mahatma defendió a las castas consideradas inferiores, no cuestionó con suficiente vehemencia el sistema. "Creen que le faltó radicalizarse más".
¿Estamos ante un eclipse de Gandhi? Es cierto que todo lo sólido se desvanece en el aire. Pero los legados políticos son inmateriales; nunca se van del todo y regresan cuando la historia -ese enorme malentendido- se ocupa de volver a nombrarlos.