
El Salado, río interprovincial
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Desde hace más de un mes, el río Salado del Norte no lleva agua a la provincia de Santa Fe; efecto inmediato de esa situación ha sido que los 15.000 habitantes de la ciudad de Tostado carezcan de ese elemento y que su subsistencia dependa del antiguo recurso del tren aguatero, que diariamente los visita; si ése es el trance por el que pasan los pobladores, fácil es imaginar cuál será el de los cultivos y haciendas de la zona. Las sequías son normales allí y, en efecto, en los últimos meses no ha llovido lo suficiente. Pero, si bien agravada por eso, la situación de emergencia extrema se originó en la necesidad de los pobladores de la localidad de Colonia Dora, cerca de Añatuya, Santiago del Estero, que también aquejados por la falta de agua construyeron espontáneamente una toma para derivar el caudal del Salado hacia sus campos, dejando seco el cauce inferior.
El complejo caso tendrá, al parecer, solución satisfactoria, tras enojosas tensiones entre los pobladores afectados y los gobiernos provinciales; convocados por el ministro del Interior, Carlos Corach, los gobernadores de Santa Fe, Santiago del Estero y Salta -porque en realidad, el problema nace aguas arriba, por el caudal tomado para regadío-, acordaron que salteños y santiagueños dejarán salir de su suelo más agua que lo habitual en los últimos tiempos;además, como compensación, será construido un canal de riego en Santiago del Estero, con fondos federales.
Por el momento, las cosas se han resuelto y es de desear que estas medidas y otras complementarias aseguren una regular provisión de agua a las poblaciones situadas en la cuenca del río. Pero los hechos imponen algunas conclusiones a la sociedad y a sus gobernantes.
La primera, acerca de la importancia decisiva que en nuestro país -en buena proporción, tierras de secano- reviste el riego: en una extensísima área, tenerlo o no tenerlo establece una frontera infrangible entre la prosperidad y la miseria. Ríos de régimen irregular y curso impreciso, sometidos a intensos procesos de absorción y evaporación son, a menudo, la única fuente hídrica posible, y su uso descontrolado suele ocasionar serios deterioros ambientales, como el que ahora afecta a Tostado.
La segunda tiene que ver con el imperio del Derecho, que es, precisamente, uno de los elementos esenciales de los regímenes de riego en todo el mundo y en toda época, y del cual se ha hecho caso omiso en esta oportunidad. Salta, según quedó en claro, había procedido por las suyas; Santiago delEstero reconocía lo ilegal de lo realizado en Colonia Dora, pero se resistía a corregirlo; en Santa Fe se amenazaba con ir con palos y picos para destruir la toma. Nadie, al parecer, pensó en la instancia judicial, ni en el consenso político, ni en el acuerdo de partes, ni en el riesgo ambiental, ni en el uso más racional del caudal de agua, un bien escaso.
Finalmente, sin embargo, todo terminó con una solución negociada, tal como debió ser desde un principio, y con el aporte de una obra -necesaria, sin duda- que estará a cargo del Tesoro de la Nación. Es de esperar, ahora, que el arreglo convenido se concrete satisfactoriamente y sin demoras.






