El saqueo del banco central
KABUL (Bloomberg).- En el primer piso de un viejo edificio de ladrillos pintado de amarillo, en el centro de Kabul, una media docena de hombres de traje y corbata sentados en sillas de terciopelo deliberan sobre el futuro del banco central afgano.
No tienen demasiado con qué trabajar. El talibán en fuga vació el cofre de 5,3 millones en dólares estadounidenses y 69.000 en afganíes y rupias paquistaníes. Ahora quedan aproximadamente 5000 millones de afganíes en la caja fuerte, o alrededor de US$ 140.000.
Después de más de 20 años de intranquilidad, los últimos cinco bajo el régimen talibán, el sistema financiero afgano está en ruinas. El principal activo del banco es su edificio de pisos de mármol en la calle Furujga, construido en 1939. El personal, compuesto por apenas un puñado de empleados, estaría mal preparado para participar en el proyecto quinquenal de la ONU -por un monto de US$ 6500 millones- para reconstruir el país.
"El banco central existe ahora sólo en la forma de un edificio y unos pocos empleados", dijo Abdul Haq Amiri, economista afgano que asistió a la conferencia sobre la reconstrucción de Afganistán, celebrada esta semana en Islamabad.
El dinero para la reconstrucción empezaría a afluir pronto. Los funcionarios del Banco Mundial, temerosos de que buena parte de él termine en manos de los caudillos que están reafirmando su autoridad regional después de la derrota talibán, quieren crear un fondo fiduciario.
El banco central no participará en forma directa. El Banco Mundial administrará el fondo.
Otros sectores del sistema financiero afgano se vieron también afectados. "Hay algo llamado Ministerio de Finanzas, pero la mayoría del personal se ha ido", dijo William Byrd, director interino para Afganistán del Banco Mundial. "No hace lo que suelen hacer los ministerios de Finanzas: recaudar dinero y gastarlo."
El arreglo de las finanzas del país tal vez deba posponerse ante la urgencia de formar un gobierno interino. Cuatro facciones de la oposición, entre ellas la Alianza del Norte, se reunieron cerca de Bonn esta semana para mantener conversaciones patrocinadas por la ONU a fin de decidir quiénes integrarán una asamblea que gobernará a Afganistán en los próximos cuatro meses.
Y después está el afganí. Hay dos versiones de la moneda nacional. Una fue producida por el régimen talibán. La otra, controlada por la Alianza del Norte, se imprime en Rusia.
Los billetes son idénticos, excepto por los números de serie. Antes de que el banco central pueda manejar la moneda la nación deberá decidir si mantendrá el afganí o creará una nueva.
El afganí se cambia a alrededor de 36.000 por dólar; justo antes de los atentados del 11 de septiembre, el tipo de cambio era de 67.000 por dólar.
Opio y armas
Afganistán también necesita empezar a contratar funcionarios públicos, abrir escuelas y generar ingresos al tiempo que pasa de una economía dominada por el tráfico del opio y el contrabando de armas y otros bienes a una legítima. La nación tiene una deuda externa de US$ 48 millones, la mayor parte con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En casi diez años no ha hecho pago alguno.
"Evidentemente, cualquier país que se desarrolle bien y rápidamente tiene un sólido sistema impositivo", dijo Byrd. "No sabemos con qué rapidez se podrá elaborar uno para Afganistán. En una situación de hambruna y crisis, habrá que ir despacio."
Tres bancos comerciales afganos tienen negocios en Kabul. Todos luchan por sobrevivir con la limitada afluencia de dinero proveniente de empresarios afganos que residen en el exterior, dijo el secretario general Faiz. Ninguno de ellos ofrece servicios de crédito o ahorro. Resucitar al banco central ayudaría, aunque no ha operado mucho en fecha reciente.
Bajo el régimen soviético mantuvo un tipo de cambio oficial de unos 60 afganíes por dólar, mientras que la tasa no oficial era de 1500.
Después de que los soviéticos fueron expulsados del país, el banco permaneció abierto. Una de sus principales tareas era cuidar un tesoro de casi 23 kilos de oro antiguo guardado en el subsuelo. El tesoro desapareció poco antes de que los talibanes asumieran, en 1996.