El WhatsApp se alista para la campaña
El oficialismo, siempre inclinado hacia las redes sociales, intenta desentrañar en estas horas cuánto le puede servir en la inminente campaña electoral el WhatsApp como herramienta eficaz de difusión política.
Para empezar, un detalle menor, pero no por ello menos significativo: todos los que contamos con WhatsApp -somos más de 1500 millones de personas en el mundo- sabemos que podemos ocultar la hora de nuestra última comunicación y las tildes celestes que le dan certeza a quien nos ha mandado un mensaje de que efectivamente lo hemos leído. Los que no tenemos nada que ocultar ignoramos olímpicamente esa función. Hablaba muy bien del presidente Mauricio Macri, y de su idea de transmitir que es un hombre común que desempeña una función extraordinaria, que hasta hace pocos días exhibiera en su WhatsApp personal el horario en que se había comunicado por última vez y las tildes en celeste que denotaban si había leído el mensaje que se le hubiese enviado. Desde hace unos días, eso ya no sucede. Está en su derecho, por supuesto, como cualquiera. No es grave, pero denota una necesidad reciente de encerrarse más sobre sí mismo. Dato: no fue una decisión del equipo de comunicación.
El ucraniano nacionalizado norteamericano Jan Koum creó WhatsApp hace exactamente diez años y, aunque parezca sorprendente, la Argentina tuvo bastante que ver en su inspirado y práctico invento. En 2008, estuvo tres meses en nuestro país y, tal como contó en una charla en la Universidad de Stanford, en 2017, la cantidad de códigos complicados que debía anteponer en su celular para comunicarse con sus amigos en el exterior lo hizo pensar en un método más sencillo. WhatsApp, créase o no, tuvo entonces cierta gestación criolla.
Para el asesor de medios sociales de la Presidencia de la Nación, Julián Gallo, se han producido "cambios muy profundos" en la comunicación en los últimos cuatro años. "Nuestra vida mental -agrega- quedó integrada a las redes sociales. En las redes construimos nuestra identidad, en WhatsApp instrumentamos y coordinamos nuestras relaciones sociales y personales. Ante esos cambios es natural que la campaña siga esas transformaciones. El poder migró. Son las personas con sus teléfonos y sus propias redes las que construyen el sentido".
En la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Fernando de Andreis, están decididos a explorar esa herramienta digital. "Es un canal que ha cobrado mucho peso hoy y lo queremos aprovechar", confió un alto funcionario de la Casa Rosada.
¿Cuáles serían los pros y los contras del WhatsApp con fines políticos? Que a diferencia de las otras redes sociales, los mensajes que por allí nos llegan los vamos a ver sin dudas y, por lo general, vendrán de parte de algún conocido, lo que hará que les prestemos mayor atención. La contra es que, por eso mismo, es un poco como cazar en el zoológico. No es el medio más indicado para arrancar adhesiones, sino más bien para fidelizar las que ya existen. Además, no tiene la potencia para viralizar y para llegar a públicos distintos. Así como WhatsApp se basa en la confianza que despierta un interlocutor conocido, tiende a ser refractario con el que no conoce.
"Cuando el contacto es invasivo y sin consentimiento -opina Mario Riorda, presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales-, el rechazo teórico estudiado comparativamente en México y la Argentina, es decir, quién se sentiría molesto por recibir algo anónimo por esa vía, está en torno al 85%. Y la tasa de efectividad ante el contacto invasivo varía hasta niveles del 3% al 1%. Lo que sí producen es una fidelización de tribus o grupos de intereses ya constituidos que, aun sabiendo que muchos contenidos son falsos, igual los comparten por estas redes si con ello se justifica o afianza su creencia previa".
#SomosDefensoresDelCambio, que se define como un "conjunto de activistas voluntarios", para diferenciarse del mote de trolls que les endilgan desde el kirchnerismo y otros sectores de la oposición, se propone "generar una fuente de difusión a través del WhatsApp" distribuyendo consignas -algunas de las preferidas de estos días son #ObrasParaSiempre, #antesydespues y #Cambio real/no relato, entre otras-, apoyando marchas y generando tendencias, algo que ya vienen haciendo.
La mayoría de los mensajes que hacen circular son fotos y videos de grandes obras realizadas en los tres años y medio de gestión de Cambiemos y también recuerdan los desastres del kirchnerismo, pero de economía no hablan por razones obvias, a lo sumo algún tibio reconocimiento del tipo: "Las cosas no les han salido como esperábamos pero siguen siendo la única esperanza".
Los ultramacristas en las redes no son muy distintos a su antítesis, los ultra-K, a la hora de estigmatizar al periodismo. Muchos repiten constantemente "No lo viste en los medios" cuando aluden a noticias gubernamentales positivas que con un simple googleo se constata que sí fueron cubiertas y hasta de manera destacada. Tal vez confundan información (que se da una sola vez) con publicidad o propaganda (que se basa en la repetición a gusto de quien contrata el espacio la cantidad de veces que quiera).
psirven@lanacion.com.ar
Twitter: @psirven