
El zángano y el cobarde
- "Usted es un cobarde y un hipócrita."
(Del radical Gerardo Morales al camporista Mariano Recalde.)
"Tiene la palabra el zángano." "Se la cedo a la atorranta." "¿Quiere decir algo el cobarde?" "¡Que vote el narcosocialista!".
Es posible imaginar una sesión del Congreso con un diálogo similar usando palabras que ya fueron dichas en tan notable escenario, un debate en el que la formalidad se combine con sentimientos lanzados desde las oscuras profundidades de las tripas. Una exhalación visceral que, de contar hasta diez, podría evitarse o ser reconvertida en una frase más potable. Un sinónimo de ocasión. Por ejemplo, llamar "guaridas" a los paraísos fiscales para, de paso, capitalizar el enojo de los ciudadanos con quienes resguardan lejos los dineros mal habidos.
¿Por qué usar siempre los mismos términos si podemos hermosearlos con comparaciones, alias y hasta metáforas?
Van algunos ejemplos:
A los "fondos buitre" se los podría llamar "carroñeros antisistema". Y a los gobernadores que liban de la dádiva nacional: "carroñeros intrasistema". Si un "paraíso fiscal" es una "guarida", según Cristina, ¿qué vendría a ser un Lázaro Báez? Un "oficial de cuentas de la guarida".
Siguiendo esas premisas, las "fugas de presos" podrían bautizarse como " tours culturales"; la "corrupción", "ahorro previo", y "la baja de la edad de imputabilidad", como estricto "sentido de la oportunidad".
Para no aburrirnos, también podríamos cambiar los viejos apodos. Por caso, a Lucila "Pimpi" Colombo se la podría mencionar como Lucila " fui aliada de Cavallo y compartí lista con el videlismo " Colombo; a Alejandro Granados, "Rucucu reloaded " (por Carlos Ruckauf y su prédica de mano dura, se entiende), y Macri vendría a ser la versión masculina de Yayoi Kusama, por su obsesión con los "círculos rojos" y la insufrible invasión de globos amarillos.
A Insaurralde ya lo llaman "perro malo", porque hasta los K lo dejan solo y, si para Recalde los opositores son "zánganos", Massa sería? ¿un "radiador" atrapazánganos?
Podemos seguir jugando con la imaginación, que tanto estimulan nuestros dirigentes, pero nunca superaríamos la grandilocuencia y el alcance adquiridos por un solitario y simple vocablo: "golpista". Palabra generosa si las hay. Con ella hoy se asocia a la oposición, a los militares, a la Corte, los caceroleros, el campo, los jubilados, los ahorristas, los abogados, los medios "hegemónicos", los empresarios suplentes? y siguen las firmas.


