El zorro, las uvas y la flamante oposición
¿Puede un funcionario kirchnerista, con altísima influencia en el gobierno hasta el 9 de diciembre, marchar con una pancarta que dice "No al vaciamiento del Grupo 23"? Sí, puede. ¿Y cómo se animó a ir hasta el acto, y cómo pudo abrazar solidariamente a los trabajadores que no cobran y mirarlos a los ojos, como si nada hubieran tenido que ver él y su gobierno con el presente del conglomerado de medios que más pauta recibió del gobierno nacional? Lo logró por un sorprendente cuadro psicopatológico-político que empezó a registrarse en los últimos tiempos y que, ampulosamente, vamos a bautizar como la "ajenización estratégica". Se trata de un fenómeno disociativo, donde al sujeto se le presenta como ajena la consecuencia en cuya causa colaboró. ¿Y por qué es estratégica? Porque es un mecanismo de defensa, un truco mental, que al susodicho le permite instalarse en un rol de opositor, sin colisión ideológica interna alguna.
La "ajenización estratégica" se verifica en escenas notables: 1» sujeto kirchnerista, parado frente a la góndola, suspira y dice: "Qué barbaridad la inflación que hay con Macri". Esto ocurre sin ninguna activación del sistema nervioso autónomo. No presenta rubor, como suele suceder cuando aparecen la vergüenza o la culpa. Escena 2: mismo sujeto comenta con impostada preocupación: "Qué papelón hizo el gabinete de Macri durante la búsqueda de los tres prófugos de la efedrina". Cuando se lo interroga sobre los 42 mil kilos de esa sustancia que el Sedronar permitió ingresar en el país y el crecimiento del narcotráfico, toma distancia: "El narco es un fenómeno que crece en todo el mundo". O sea: eso no entra en el análisis. No le atañe. Si uno repregunta: "¿Qué debería suceder para que aceptes la posibilidad de que haya habido connivencia?", no responde. Es que blindó la puerta. A ver si alguien entra y le roba esa joya preciosa que es la certeza.
Es previsible que este mecanismo de negación se active con fuerza en quienes hicieron del kirchnerismo no sólo un partido político sino parte de su identidad. (Las ideas se discuten, el ser no) A ellos, no habrá evidencia que los haga cambiar de opinión. Menos comprensible es el caso de Daniel Scioli, que tuiteó que la temporada teatral en Mar del Plata es floja, "producto del ajuste en la economía", mientras sotto voce gente de su equipo reconoce que ellos habrían tomado medidas parecidas de haber llegado a la presidencia. El zorro y las uvas: como no llegaron a Davos, ahora dicen que la reunión con Cameron no les gusta. Mientras se terminaba esta columna, Macri ya era tildado en redes sociales de "cipayo y vendepatria". Gente que hablaba de recuperar Malvinas. Y no pudo con la Isla Demarchi.