Entre el aislamiento internacional y un horizonte sostenible
El rechazo de Milei al Pacto de Futuro alinea al país con regímenes autoritarios y amenaza su desarrollo económico y geopolítico
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Nos encontramos frente a una crisis climática y ambiental sin precedentes, sumada a una crisis de representación hacia el interior de nuestras democracias, donde los desafíos políticos para nuestra generación serán determinantes para las futuras generaciones. En este contexto, la reciente postura adoptada por el gobierno argentino al no firmar el Pacto de Futuro y ausentarse en la votación correspondiente, coloca al país en una posición de aislamiento que compromete su desarrollo a largo plazo y su papel en la arena internacional, además de darle manifiestamente la espalda a los principales desafíos globales de nuestra generación.
El Pacto de Futuro es una decisión global estratégica respaldada por más de 140 países en la Asamblea General de Naciones Unidas, que busca enfrentar las problemáticas más urgentes del siglo XXI: desarrollo sostenible, protección ambiental, seguridad global y gobernanza digital. Este compromiso propone impulsar la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París, promover reformas en el Consejo de Seguridad de la ONU, y establecer un marco para la cooperación digital y la regulación de la inteligencia artificial.
Al negarse a suscribir este acuerdo, y no presentarse a votar en esta sesión, la Argentina se aparta de las principales agendas globales que promueven la paz, la cooperación y el progreso compartido. Esta decisión envía un mensaje alarmante: el país se está alejando de los valores democráticos y de la colaboración internacional, alineándose peligrosa y paradojalmente con regímenes autoritarios como Rusia, Venezuela, Irán y Corea del Norte, que también optaron por no participar.
Las consecuencias de esta postura son serias y tangibles. En primer lugar, compromete la posibilidad de acceder al financiamiento internacional, necesario para desarrollar infraestructuras sostenibles y proyectos de adaptación climática, limitando el potencial de crecimiento y desarrollo del país. Además, dificulta proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), un objetivo que intentó la administración de Macri, y que este gobierno identificó como prioritario. Asimismo, esta decisión podría obstaculizar la firma del Acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, un pacto clave para el comercio y la inversión en la región.
Los argumentos esgrimidos por los voceros del gobierno, quienes afirmaron que éste fue “un acto de soberanía que muestra fortaleza frente a otros países” y que “es mentira que quedemos del lado de Rusia y Corea del Norte, esta decisión fue una herramienta para que Argentina quede como líder mundial”, resultan insuficientes y peligrosamente ilusorios. La realidad es que esta postura no fortalece la posición de Argentina en el escenario global, sino que la relega a un aislamiento geopolítico, que puede tener consecuencias devastadoras en términos económicos y sociales.
La importancia del Pacto de Futuro radica en su capacidad para ofrecer soluciones concretas a desafíos globales que afectan a todos los países, más allá de su nivel de desarrollo. Impulsar la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París sobre cambio climático, promover una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para mejorar su representatividad e incluir a África, y establecer un marco para la gobernanza de la inteligencia artificial y la cooperación digital, son solo algunos de los aspectos que este acuerdo propone y que la Argentina, con su negativa, ha decidido ignorar.
En un momento crítico en el que el mundo necesita más cooperación y menos confrontación, el aislamiento de la Argentina se vuelve un riesgo estratégico que podría hipotecar su futuro. Es fundamental que el gobierno revise su postura y reconsidere su compromiso con los valores de la comunidad internacional. De lo contrario, seguiremos viendo cómo nuestro país se aleja de los consensos globales y se acerca a los márgenes del sistema internacional, perdiendo oportunidades valiosas para su desarrollo y bienestar.
Finalmente, es imperativo que la Argentina recupere su liderazgo en temas de desarrollo sostenible y derechos humanos, comprometiéndose activamente con la cooperación internacional y el progreso compartido. Solo así podremos asegurar un futuro próspero y justo para todos los argentinos, basado en la integración y el respeto a los valores que promueven la paz y la estabilidad globales.
Abogado