Interrogantes detrás del acuerdo con Irán
El memorándum de entendimiento entre el gobierno argentino y el gobierno de Irán por el atentado terrorista a la sede de la AMIA tendría una trascendencia que excede los límites y parámetros de la política interna argentina. Por la particularidad de los mecanismos acordados y la permanente necesidad de combatir y erradicar al terrorismo conforme al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el proceso será seguido con mucha atención por la comunidad internacional.
Existen tres enfoques para abordar esta cuestión en el Parlamento. Un primer enfoque es la del Gobierno que, sin brindar mayores detalles, busca aprobar rápidamente el memorándum y darle fuerza de ley, respaldándose en su mayoría parlamentaria.
Un segundo enfoque es el que manifestaron importantes miembros de la oposición así como los juristas que asesoran a la AMIA y a la DAIA. Este enfoque expresa un rechazo categórico al memorándum basado en sólidos argumentos constitucionales del derecho argentino.
El proceso será seguido con mucha atención por la comunidad internacional
Un tercer enfoque sería encarar un debate a fondo sobre cada uno de los artículos del memorándum, en la búsqueda los detalles sobre su sentido y alcance. Esta es la postura reflejada por el ex fiscal de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo, una de las personas con mayor experiencia en el proceso de negociar justicia contra gobiernos repudiados por el sistema internacional, al afirmar: "Esto no es ni blanco ni negro, acá hay una oportunidad y un riesgo, las dos cosas y hay que bajar los riesgos." Para bajar esos riesgos, el debate debería enfocarse en, por lo menos, los siguientes interrogantes:
¿Quiénes serán las personalidades jurídicas designadas por el gobierno argentino? No es lo mismo elegir a individuos internacionalmente reconocidos por sus conocimientos jurídicos y políticos, además de sus cualidades morales, que caer en "amigos" ideológicos del gobierno. Si fuesen realmente personalidades intachables, las posibilidades de avanzar en el esclarecimiento del atentado serían mucho mayores.
¿Qué idea tiene el gobierno argentino sobre el procedimiento, por ahora inexistente, ya que la comisión que debería dictarla aún no se formó? ¿Cuáles serán sus alcances? ¿Permitirá interrogar e indagar a los imputados exhaustivamente o implicara un salto al vacío, un compromiso adquirido a ciegas, ya que no conocemos ese reglamento? Esto último sería irresponsable y riesgoso.
Dado que el memo no tiene "cláusula de denuncia", ¿cómo podrá la Argentina desvincularse en caso de que su tramitación resulte insatisfactoria para los objetivos de verdad y justicia que necesita nuestro país?
Finalmente, ¿existe alguna idea de cuáles serían los elementos que Irán podría aportar a la comisión de la verdad? ¿Somos conscientes de que ese material puede afectar a otros actores del sistema internacional? La insólita acusación de que el hecho fue un autoatentado israelí es solamente un ejemplo extremo.
¿Cómo podrá la Argentina desvincularse en caso de que su tramitación resulte insatisfactoria para los objetivos de verdad y justicia?
El atentado a la AMIA no debe entenderse como un hecho aislado que involucra solamente a nuestro país e Irán. Todo lo contrario, se debe entender como un acto terrorista en el contexto del conflicto de Medio Oriente, al igual que otros atentados perpetrados en la misma época y hasta nuestros días. Por eso el gobierno argentino en 1994, poco después de la tragedia, llevó el caso al Consejo de Seguridad, obtuvo una declaración de condena y se respaldó en convenios con varios servicios de inteligencia occidentales para que estos aporten sus propias evidencias.
Sin pecar de ingenuos, y sin dejar jamás de lado que la prioridad absoluta es el esclarecimiento del atentado y justicia para sus víctimas, el hecho que la lucha contra el terrorismo sea parte de la gran agenda internacional significa que este memorándum, bien presentado por el Gobierno, bien debatido por el Congreso y puesto en ejecución con la máxima seriedad y transparencia, podría ayudar a la Argentina a recuperar en algo la proyección internacional cedida en la última década.
Imaginen la búsqueda de justicia por parte de nuestro país, representado por figuras intachables de renombre internacional, en un caso de repercusión global. Implicaría involucrar a otras naciones con nuestra causa, recuperar y afianzar lazos de confianza, pasar a ser un país que propone soluciones posibles e innovadoras en la articulación de la lucha contra el terrorismo. Demostraría también que hay mecanismos y figuras dentro del sistema internacional, que adecuadamente aplicados, permitirían contener al terrorismo y, eventualmente, llegar a la verdad, al castigo y la reparación, sin tener que recurrir a la violencia de la "acción directa" que finalmente multiplica el resentimiento.
Todo indica que estaríamos imaginando un gobierno con mayor capacidad y credibilidad para la tarea. Pero la lectura más generosa del memorándum es que es un intento de destrabar una causa paralizada. Para eso hay antes que obtener respuestas a los interrogantes planteados, hecho que a juzgar por las interpretaciones dadas recientemente por Irán y nuestros propios manejos cuestionables y reticentes, no está ocurriendo.