Japón comienza a salir de la crisis
NUEVA YORK (The New York Times).- La larga pesadilla económica nacional está por fin terminando en Japón. Después de diez años de negación de la realidad, de malas decisiones políticas a las que sucedieron cambios peores, vuelve a sentirse el pulso económico del país.
Esa no es la opinión de la mayoría de los que siguen de cerca el caso del Japón. Las anteriores señales de una primavera económica demostraron ser falsas. En los últimos siete años, la economía nipona creció tan sólo el 5,5 por ciento, lo que equivale a decir un promedio de menos del 1 por ciento anual.
"Nadie quiere arriesgarse a decir que la economía dejó de tocar fondo", afirma Ron Bevaqua, un veterano economista de Merryl Lynch en Tokio que puede enumerar las cosas positivas que están ocurriendo pero que, sin embargo, pronostica que esta resurrección, como otras anteriores, declinará. Bevaqua teme que los consumidores dejarán de gastar.
Ese extendido pesimismo ha opacado los desarrollos favorables que serían alentadores en cualquier otra parte. Por fin el gobierno japonés está haciendo todo lo posible para estimular la economía con políticas fiscales y monetarias. Se están tomando medidas para recapitalizar los bancos y atenuar el estrangulamiento del crédito. Las empresas japonesas se están restructurando de una manera que les permitirá ser más eficientes. Ultimamente el número de quiebras empresarias disminuyó considerablemente.
Dudas y vacilaciones
Pero debido a que la economía de Japón estuvo deprimida durante tanto tiempo, muchos dudan de que las reformas anunciadas sean llevadas a cabo, y casi todos se muestran cautelosos. A medida que las ventas minoristas aumentaban en los últimos meses, los industriales vacilaban respecto de acelerar la producción. Ahora las existencias se hallan en su punto más bajo en cuatro años y la producción está comenzando a aumentar.
La clave más evidente de que el cambio se halla próximo es el rendimiento de las acciones de las pequeñas empresas. La cotización de la mayor parte de esas acciónes depende de la economía local y los inversores extranjeros tienen poco interés en ellas. De manera que en los años desde que estalló la burbuja no tuvieron casi ningún beneficio. El índice japonés de las acciones no registradas en la Bolsa cayó el 85 por ciento desde su pico máximo en 1990 hasta su punto más bajo en octubre último. Pero ahora recuperó el 50 por ciento.
Las grandes compañías japonesas, que dependen más de las exportaciones, no tuvieron tan buen rendimiento. Aun cuando hace unos días repuntó el 5 por ciento, el índice Nikkei 225 se halla apenas el 16 por ciento por encima de su piso de octubre último.
Peligro de repetir errores
Aún es posible que los consumidores se resistan a seguir gastando, o que aquellos funcionarios del gobierno que se sienten abrumados por los grandes déficit presupuestarios previstos traten de aumentar los impuestos, repitiendo el error que tanto perjudicó a la economía en el último año. No es seguro que los bancos japoneses dejen de lado sus préstamos considerados incobrables, o que estén dispuestos a prestar dinero a las empresas sin las garantías del gobierno que actualmente se utilizan para estimular el crédito.
Además, según advierte Robert Barbera, de Hoenig & Co., uno de los pocos economistas que espera que Japón crezca este año, "los bancos japoneses tienen que evitar que los créditos fáciles en el plano interno deterioren y hagan desplomar el yen, porque el mundo los necesita para generar una recuperación interna, y no una expansión encabezada por las exportaciones".
Pero consideremos qué ocurrirá si los pesimistas se equivocan. Así como la caída del yen y el retraimiento de los bancos japoneses se sumaron para provocar el colapso asiático, el hecho de que se reviertan esas tendencias podría asegurar que continúen las recuperaciones iniciadas en Corea del Sur y Tailandia. Un Japón en crecimiento podría contribuir a detener las fuerzas deflacionarias en el mundo, ayudando a los industriales y a los productores de materias primas.
Presión sobre el dólar
No todo será mejor con un Japón saludable. La financiación del voluminoso déficit de Japón ya está elelvando allí las tasas de interés de largo plazo y es uno de los motivos por los que las tasas de largo plazo aumentan en los Estados Unidos. La situación no será tan agradable para los consumidores, que verán más inflación y costos más altos para las hipotecas. Japón parecerá un mejor lugar para invertir dinero, haciendo que los Estados Unidos parezcan menos atractivos, lo que quizás ejerza presión sobre el dólar.
Pero lo menos que se puede decir es que todo valdrá la pena. Apenas unos meses después de que muchos se preocuparan porque una recesión global -o algo peor- parecía inminente, surgen señales de que la más enferma de las grandes economías salió del estado crítico y se encamina hacia la recuperación.