
Julian Assange, el activista que tiene a los poderosos en vilo desde Wikileaks
Desde 2006, este enigmático joven australiano es director y cara visible de la organización Wikileaks, cuyo propósito principal es revelar aquello que gobiernos y empresas del mundo entero preferirían mantener secreto. Días atrás publicó casi 92.000 documentos comprometedores sobre la guerra que EE.UU. libra en Afganistán Massimo Gaggi Corriere della Sera
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NUEVA YORK
Un muchacho australiano que aprende en la infancia a vivir como un nómade y a esconder su rastro, con un padre director teatral en continuo movimiento y una madre que, después de dos divorcios, busca la invisibilidad para no arriesgarse a que le quiten a sus hijos. Después, hombre brillante e inquieto, Julian Assange se convierte en hacker, matemático, físico e incluso criptógrafo: por espíritu anárquico, por un acto de rebelión contra todas las organizaciones jerárquicas.
Julian dice haber aprendido de Kafka, Koestler y Solyenitzin que la verdad, la creatividad, el amor y la compasión se ven corroídos inexorablemente por cualquier institución. Por lo que las combate a todas y, para testimoniar ante el mundo su absoluta confianza en el individuo, crea una estructura amateur pero sofisticadísima, capaz de recoger cualquier información o documento secreto garantizando el anonimato de las fuentes y en condiciones de difundirlas, sin posibilidad alguna de censura, gracias al uso de sitios-espejo y de al menos una veintena de servidores repartidos por los rincones más remotos del globo.
Todo esto sin una verdadera sede, sin estructura empresaria ni fuentes de financiamiento estables: sólo donaciones y trabajo voluntario. Desde su inicio, hace cuatro años, el fenómeno WikiLeaks.org dio que hablar, pero el salto de calidad de los últimos días con la publicación de cerca de 92.000 documentos secretos del Pentágono relativos a la guerra en Afganistán, la mayor fuga de información de la historia militar estadounidense obliga a plantearse dos interrogantes: ¿es este misterioso sitio el que da voz a los whistelblowers (los disidentes internos de empresas, órganos gubernamentales, estructuras militares) el nuevo y más extremo impacto de Internet en el mundo de la información? ¿Estamos viendo el amanecer del nuevo "periodismo científico" anunciado por el mismo Assange? ¿O estamos ante una forma de "vandalismo informativo" (picota mediática para todos, con pocos controles y sólo respecto del origen de los documentos, no sobre su veracidad), como denuncia Steven Aftergood, un científico que fue invitado a entrar en el team de Wikileaks?
El otro interrogante, inevitablemente ligado al primero, se refiere a la personalidad de Assange: ¿quién es realmente este misterioso hombre de 39 años, del que se sabe poquísimo, salvo algunas historias de aventuras contadas por él mismo a los pocos periodistas que fueron invitados a visitarlo en sus refugios?
Wikileaks, una organización "sin domicilio fijo" (tiene direcciones en Suecia, Bélgica, incluso en Islandia), puede tener raíces incluso en Reykjavik desde que se aprobó allí una ley muy garantista: quien quiera publicar información secreta, incluida aquella relacionada con la seguridad militar de un país, podrá hacerlo desde sitios islandeses sin riesgo de persecución legal. Un puerto franco para el periodismo de investigación celebrado por muchos. Pero WikiLeaks.org , señalan sus (anónimos) activistas, no es una organización periodística. Es simplemente un muy eficiente recolector de documentos: material ofrecido al público sin mediaciones. Quienes ingresen al sitio deberán hacerse una idea de qué cosa es creíble y qué no lo es, distinguir los hechos de las calumnias.
Según Assange, Wikileaks busca denunciar los regímenes opresivos de las ex repúblicas soviéticas, del Asia central, de Medio Oriente, del Africa subsahariana. Pero desde su nacimiento, en 2006, el sitio ha difundido sobre todo noticias de Estados Unidos: la guerra en Afganistán, Guantánamo, Sarah Palin, Scientology, relatos de corrupción en Kenya y un documento sobre una campaña de asesinatos políticos en Somalia cuya autenticidad es, sin embargo, muy dudosa.
Es cierto que, en muchos casos, sus documentos han abierto nuevos horizontes y, de hecho, Wikileaks ha sido premiada muchas veces y ha recibido donaciones con las cuales, asegura Assange, paga sus cuentas. ¿Pero es este el modo justo de analizar la realidad o se corre el riesgo, como ha comentado rabiosamente el ministro de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, de "ver el mundo a través del agujero de un canuto", sin ver lo que rodea al documento que se sube a la red?
Assange ha debido enfrentar esta acusación en abril pasado, cuando fueron difundidas imágenes de un helicóptero Apache que disparaba sobre un grupo de presuntos insurrectos, matando en realidad a dos periodistas de la agencia Reuters y a civiles que aparecen inermes.
Sin embargo, los responsables fueron castigados y la historia tuvo gran eco. No basta para Assange, que no cree en la "mediación" de la prensa pero se irrita si los mediadores no reflejan con suficiente energía lo que divulga. Así, en esta ocasión, para no correr riesgos, puso los 92.000 documentos en manos de tres "catedrales" del periodismo tradicional, The New York Times , The Guardian y Der Spiegel .
Traducción de Gabriel Zadunanaisky
Quién es
Nombre y apellido:
Julian Assange
Edad: 39 años
Un nómade australiano:
Nació en Australia, en 1971, hijo del director de una compañía de teatro itinerante, lo que lo obligó a llevar una vida nómade y a concurrir a 37 colegios y seis universidades en su país.
De hacker a activista:
Hacker, matemático y físico, en 2006 creó Wikileaks, sitio que hoy edita y que publica denuncias a nivel global. Ganó importantes premios por su tarea.



