La pandemia, un caldo de cultivo para propensiones totalitarias
En la última sesión remota del Senado el bloque de Juntos por el Cambio, con el invalorable aporte de aliados, no le otorgó al oficialismo los dos tercios necesarios para tratar dos proyectos de ley que fueron introducidos en la sesión sin cumplir con las normas sumados a una serie de decretos de necesidad y urgencia que nada tienen que ver con la pandemia, tal como en su momento se acordó.
Con 29 votos negativos para el oficialismo pero positivos para la República avisamos que no estamos dispuestos a ceder a la pretensión del oficialismo de gobernar a través de un sistema integral de delegación de facultades que le deje las manos libres para hacer lo que le venga en gana, sin debate real ni controles de ninguna especie. Menos aún para otorgarle instrumentos o nombramientos de funcionarios que consagren la impunidad.
Con la razonable excusa de la emergencia, todo ha venido siendo a los apurones y por delegación. Ahora que el Congreso funciona, 29 senadores hemos dicho basta.
Los superpoderes, desde la época de Domingo Cavallo en adelante, se han transformado en un avance tanto del presidencialismo como de la discrecionalidad, ya que se deja en manos de pocas personas -o de una sola- decisiones que deberían involucrar a toda la sociedad por medio de sus representantes.
Este poder concentrado, que durante el gobierno anterior fue gradualmente atenuado mediante sucesivas modificaciones legislativas, ha vuelto recargado.
Cabe recordar que cuando el Congreso delega facultades lo hace en situaciones excepcionales, con un motivo o finalidad determinado, por un plazo establecido y con bases concretas de delegación. Pero lo hace por Ley, es decir, mediante un instrumento propio sobre facultades que le competen tal como lo prescribe la Constitución Nacional. Es decir: cede lo suyo a voluntad y por sus propios medios.
Por lo tanto, mientras el Congreso funcione virtualmente no existe razón alguna para dictar DNU. Nada impide al Ejecutivo enviar proyectos de ley y que el parlamento se expida.
La pandemia se está convirtiendo en el caldo de cultivo ideal para las propensiones totalitarias. Da pena ver como con esta excusa se recortan libertades, se contabilizan muertos entre distritos como si se tratara de un campeonato por ver quién tiene la valla menos vencida mientras, so-pretexto de la eficacia, se gobierna sin Poder Judicial y a golpe de DNU.
Nuestra bancada ha redactado más de una centena de proyectos de todo tipo para ayudar a superar la crisis ocasionada por el Covid-19; pensando en el ahora y también en el día después. Y si bien el acuerdo parlamentario ha sido en torno al tratamiento de temas relacionados con esta catástrofe, el oficialismo no se ha dignado incluir ninguna de nuestras propuestas para su tratamiento.
Gobernar no debe ser monopolizar. Gobernar no de ser acapararlo todo. Unidad no tiene por qué ser unanimidad. Unidad no puede ser el gobierno de uno solo
Gobernar no debe ser monopolizar. Gobernar no de ser acapararlo todo. Unidad no tiene por qué ser unanimidad. Unidad no puede ser el gobierno de uno solo. Para salir de esta crisis vamos a necesitar más democracia, nunca menos.
Concentrar atribuciones que son del Congreso en una sola persona es un disparate y un atropello que atenta contra la República (ayer, hoy y siempre). Por eso, el DNU 457/2020 que otorga superpoderes presupuestarios al Jefe de Gabinete de Ministros debe ser reemplazado por una Ley de Presupuesto que, a seis meses de gobierno, nunca llega.
El gobierno en su afán revanchista de ir rápido y por todo está cometiendo un tremendo error que institucionalmente puede costar más caro que mil presupuestos. Mientras no tengamos esa Ley seguiremos navegando perdidos en el Titanic sin carta de navegación, sin radar y con dos capitanes que, en su empecinamiento, pueden terminar estrellando las instituciones de la República.
Senador nacional por Tierra del Fuego