La unidad con Cristina, un dilema para los jefes del conurbano
Los intendentes del Gran Buenos Aires temen que el Frente de Todos termine por fagocitar al peronismo bonaerense
Sin la intervención del kirchnerismo duro será difícil que prospere el diálogo entre el oficialismo y la oposición para que el próximo gobierno encare una negociación con el FMI desde una posición más favorable. Ese es el mensaje implícito que dejó Cristina Fernández de Kirchner en La Matanza con la presentación del libro Sinceramente. Una excusa para proponer "ponerle punto final" al endeudamiento externo como recurso estabilizador de la economía. Aunque dijo bastante más que eso. Instó a revisar la cadena de precios y los márgenes de ganancias "en alimentos y todo aquello que constituya primera necesidad para la gente." No fue una contribución al acuerdo de precios y salarios que Alberto Fernández imagina en sus primeros 180 días de gobierno si es elegido. Daniel Funes de Rioja cuestionó la eficacia de ese mecanismo y advirtió que podría convertirse en la antesala de un nueva hiperinflación. Funes de Rioja representa a la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal).
Cristina habló el fin de semana en el que Hernán Lacunza envió al Congreso el proyecto de reperfilamiento de la deuda bajo la premisa de que el problema argentino es de crédito y no de solvencia, argumento al que apelará ante las autoridades del Fondo en Washington para destrabar los 5400 millones de dólares pendientes del programa de asistencia. El papel de la oposición es esencial. El ministro parece haber persuadido a un sector de sustraer la economía del debate electoral. La disminución en la salida de dólares del sistema bancario es el principal efecto visible. Desde lo discursivo, Cristina hace un esfuerzo por no alejarse demasiado de ese lote. Aunque es probable que para los mercados no sea suficiente: existe la creencia de que con el kirchnerismo las palabras y las cosas recorren caminos distintos.
Si había alguna duda acerca de que el Frente de Todos debate cómo resolver la falta de liquidez de un futuro gobierno de ese signo, la fiscal Cristina Camaño terminó por confirmarlo. La titular de Justicia Legítima defendió una reforma constitucional que limite las facultades del Poder Ejecutivo para contraer deuda. Ese pronunciamiento llegó luego que trascendiese una aparente revelación de Juan Manzur en el asado de agasajo a Alberto Fernández en Tucumán: la intención de auditar una futura gestión de Axel Kicillof con Verónica Magario.
Kicillof es a quien más escucha Cristina en temas económicos. Manzur es el gobernador más cercano a Fernández. La expresidenta tiene en La Matanza la mayor base electoral bonaerense. El candidato a gobernador estima que precisaría 80 mil millones de pesos para cerrar el ejercicio de este año. Dependería de la única fuente de financiamiento disponible: la administración central. Es decir, Fernández. Desde el Senado, Magario controlaría una de las cajas más importantes de la provincia. La expectativa de los intendentes del conurbano es que eso les permita filtrarse en la sociedad política con Fernando Espinoza, que la sucederá en La Matanza. Manzur podría darle otro relieve a esa lógica. Fue secretario de Salud en ese municipio durante la gestión de Alberto Balestrini. Desde entonces trata a Magario.
Es lo que vuelve llamativas las palabras de Cristina en La Matanza. Y también que Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta acompañasen a Fernández en la gira por Bolivia y Perú. Cerca del candidato presidencial, sin embargo, relacionan la invitación a los intendentes de San Martín y de Hurlingham con Sergio Massa. Sugieren que el viaje fue una señal para garantizarle a Katopodis el Ministerio de la Producción, que Massa pretende para Ignacio de Mendiguren. Katopodis sería una excepción a la norma que impondrá el kirchnerismo si llega al poder: no ceder ninguna dependencia con recursos para la construcción política a quienes no acrediten antecedentes de lealtad y verticalismo. Especialmente en la provincia de Buenos Aires. Con Florencio Randazzo, Katopodis enfrentó allí a Cristina en 2017. Si es ministro del gobierno nacional, se espera que desarrolle en la primera sección un liderazgo alternativo al de Massa, a quien se le ofrecería designar al titular de la Dirección General de Escuelas bonaerense.
Zabaleta intentará que el Grupo Esmeralda, de Martín Insaurralde, sea afín a Fernández. Junto a Mariano Cascallares, de Almirante Brown, Insaurralde recibió a Zabaleta en el Parque Municipal de Deportes de Lomas de Zamora el día 17. Kicillof cedería los ministerios de Obras Públicas y de Seguridad a los jefes comunales. Massa pediría que el último fuera para el diputado Ramiro Gutiérrez. El Fondo de Inversión Municipal (FIM) por 10.000 millones de pesos, incluidos en los presupuestos 2016 y 2017, dejó un grato recuerdo en la memoria colectiva de los alcaldes. Descentralizó recursos para obras públicas. Es probable que los intendentes aspiren a profundizar ese modelo. Quizás bajo la atenta mirada de Augusto Costa en el Ministerio de Economía. A Nicolás Kreplak, de La Cámpora, se lo menciona para Salud.
La pregunta que se hacen algunos empresarios es si se aplicará a Insaurralde en la provincia la misma regla que a los sospechados de díscolos en el orden nacional. Especulan que el problema del intendente es haber llegado tarde a Fernández y a Kicillof. Una forma de criticar la intensa relación con el gobierno de María Eugenia Vidal. Y una empatía sorprendente con La Cámpora. Ese acercamiento siempre incomodó a Máximo Kirchner. A eso atribuyen la especie que circula en estos días. Ninguna propuesta de las recibidas colma su interés real. Una condición que podría satisfacer el Instituto Provincial de Loterías y Casinos. Quizás las posibilidades de colocar a un delegado personal en ese organismo mejorarían si apelase a Daniel Mautone. Uno de los bingueros destacados en los festejos de su enlace nupcial con Jessica Cirio. El otro fue Daniel Angelici.
Las versiones del contacto directo entre Mautone y el entorno de Fernández son insistentes. Pero si recurriese a él, ¿podría poner en riesgo la relación con Kicillof? ¿También con Máximo? Son preguntas pertinentes. Además del gabinete, en estas horas se discute la vital presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense. Es muy difícil que Juan Pablo de Jesús supere el veto de Jorge Ferraresi, Mario Secco y Alfredo "Pichi" Fisher para ocuparla. Ligados al Instituto Patria, los intendentes de Avellaneda, Ensenada y Laprida no se sienten representados por el del Municipio Urbano de la Costa. Un sutil cuestionamiento a su fe en los postulados de la entidad liderada por Cristina.
Aunque resulte curioso, Massa podría sumarse a ellos. Le reprocha no haberlo acompañado en 2013; sí, cuando rompió con la expresidenta. Las dificultades de De Jesús le abren una puerta inesperada a Federico Otermín, el exsecretario de Comunicación y Cultura de Lomas de Zamora al que Insaurralde convirtió en diputado. Su vínculo con los intendentes y La Cámpora devolvería a esas dos facciones la esperanza de un eventual gobierno de unidad. Y, al menos en forma transitoria, disiparía uno de los temores que más inquietan a los intendentes: la amenaza de que el Frente de Todos termine por fagocitar al peronismo bonaerense.