Los aires imperiales de Putin
Persecuciones políticas y restricciones a las libertades de opinión y de información confieren un carácter autoritario a la gestión del presidente ruso
El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, que gobierna ese país desde 2000, acaba de tomar posesión de un nuevo mandato presidencial, que renovó en marzo pasado. Las relaciones de la Federación Rusa con las naciones occidentales atraviesan un momento signado por la desconfianza. Ocurre que, desde la ilegal anexión de Crimea y Sebastopol a la Federación Rusa, este último país ha adoptado actitudes intimidatorias que enfriaron sus relaciones con el resto del mundo.
En esta nueva etapa, Putin estará, una vez más, acompañado por su socio político y primer ministro durante los últimos seis años, Dimitri Medvedev. Aparentemente, el exministro de finanzas Alexei Kudrin se hará cargo de un puesto ejecutivo con la misión de tratar de recuperar el crecimiento económico y sacar a Rusia de un momento recesivo. Kudrin es un tecnócrata liberal, muy respetado en los ámbitos económicos internacionales.
Durante la ceremonia de asunción, a la que asistió el patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Putin prometió mantener la capacidad militar de su país. Pero agregó una nueva prioridad referida a atender la calidad de vida, el bienestar y la salud de la gente, comprometiéndose a mantener los valores familiares. Admitió también que las heridas sociales históricas no han cicatrizado, por lo cual continúan las dificultades.
En su nuevo mandato continuará enfrentando la ola de sanciones impuestas tanto por los EE.UU. como por la Unión Europea, así como las actitudes de desconfianza y distanciamiento que hoy prevalecen en Occidente respecto de Rusia, y que han derivado en su exclusión del llamado G-8. Entre los temas de política exterior particularmente ásperos, aparece el del endoso de Putin al presidente de Siria, Bachar el-Assad, así como las acusaciones de haber intervenido cibernéticamente en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas en apoyo a la candidatura de Donald Trump.
A los 65 años, el exmiembro de los servicios de seguridad soviéticos ha iniciado el que debiera ser su último mandato presidencial.
Durante los últimos 19 años, Putin ha venido controlando el timón de su país. En la historia profunda de Rusia, solo el zar Nicolás II y José Stalin lo superaron en permanencia en lo más alto del poder. Putin debiera seguir en la presidencia rusa hasta 2024 y abrir el juego hacia la búsqueda de un sucesor, pero pocos creen que esto pueda ser efectivamente así.
La economía rusa ha sufrido en su momento el impacto adverso de la dura caída de los precios internacionales del petróleo. Aunque actualmente esos valores se están recuperando, ese proceso ha afectado a las exportaciones rusas, al tiempo que ha dificultado su acceso al financiamiento externo.
En materia de libertades civiles y políticas, Putin ha sido acusado de perseguir opositores y de encarcelarlos cuando lo cree conveniente. al tiempo que las libertades de opinión y de información se han visto restringidas. Todo esto le confiere un evidente e inocultable carácter autoritario a su prolongada gestión.