Los jóvenes que se quieren ir, una responsabilidad de la dirigencia política
"Quiero recibirme para irme del país", "Soy joven, puedo irme y empezar de nuevo" rezaban algunos tuits hace días, y sobre todo de jóvenes de mi generación. Si leías los tuits incluso sin ser demasiado detallista, podías observar que en general, esa manifestación traía consigo mucha desazón, falta de certezas y la imposibilidad de poder ver un horizonte claro incluso, a mediano plazo.
¿La sensación? Rara. Había un mensaje más y quizás el más claro: nadie, y mucho menos la política, les da una razón para quedarse. Las familias, algunas, ya manifiestan que no quieren retener a sus hijos, no se les ocurre cómo. Si a un país sin horizonte a la vista, le sumas que una parte de la dirigencia expresa que no cree en el mérito, no te da muchas esperanzas. ¿Quién te garantiza que puedas crecer y desarrollarte personal y profesionalmente en tu país si te dicen que tu esfuerzo no vale?
Y la grieta, sigue. La grieta, la insoportable grieta. Parece que para algunos sos una antipatria si te querés ir y preferís irte a "lavar copas" en vez de quedarte a pelearla en tu país. ¿A pelear qué? Otros, tratamos de salir de ese microclima y nos ponemos en el lugar de aquellos que preferirían irse. Están los que sueñan con irse y no pueden y están los que sí. ¿Por qué culparlos?
¿Por qué culpar a la sociedad cuando es la dirigencia la que debería hacerse cargo de una Argentina que sistemáticamente cae en desgracia? Ah no, ahora la culpa es de la pandemia y de la gente que quiere ahorrar en dólares.Disculpen si no confían en la capacidad de sus dirigentes y no quieren que les vuelvan a robar.
¿De verdad es tan difícil hacer el ejercicio de pensar por qué mucha gente prefiere irse a lavar copas a otro país, habiéndose esforzado para estudiar y recibirse en este?¿Nadie se pone por un momento en la piel de esa persona que decide dejar todo? ¿La culpa puede ser del que se va? ¿No nos caben culpas a quienes hacemos política?
Vivimos, como dirigencia política, en un constante proceso de negación. Queremos esconder en la grieta nuestra propia incapacidad de ponernos de acuerdo en cuestiones mínimas y por eso preferimos echarle culpas a la grieta de muchas cosas, de la misma forma que hacemos responsable a quien se va y no decimos las razones por las que se va.
Nací en el 92 cuando este país salía de una hiperinflación. En el 2001 era muy chica pero absolutamente consciente de la crisis porque, como a muchas familias de la Argentina, nos pegó fuerte. Hoy, me toca vivir este proceso habiendo sido mamá hace unos meses y viendo cómo el país entra de nuevo en una crisis socioeconómica, sin expectativas, aumenta el desempleo y con ello la incertidumbre. Me toca atravesar esta crisis formando mi propia familia y tal vez sea por eso que la veo desde otro lugar, con más responsabilidades y pensando en el futuro que construiremos para nuestros hijos. Con la enorme responsabilidad, además, de ser parte de la política argentina y entender que eso, necesariamente, te pone en otro lugar, de mínima, pensando y proponiendo. Sería muy fácil tirar piedras y esconder la mano.
El país entra de nuevo en una crisis socioeconómica, sin expectativas, aumenta el desempleo y con ello la incertidumbre
Despertar o fracasar es la premisa para todos los actores políticos. El fracaso pasaría inadvertido para gran parte de la sociedad, al fin y al cabo es más o menos lo que ofreció la política sin distinción de banderas. Despertar, por el contrario, significa probar algo más, hacer algo distinto y en ese sentido nos encontramos muchos de mi generación, generación que más sufre y sufrirá las consecuencias de esta pandemia. Nos encerramos voluntariamente de forma solidaria con personas del grupo de riesgo, vimos cómo nuestras fuentes laborales se vieron afectadas y comenzamos a ver nuestro futuro borroso, es por eso que necesitamos reformular estratégicamente algunas cuestiones.
En el Congreso descansa un proyecto de ley que presentamos durante esta pandemia que plantea la creación de consejos asesores ad honorem para esta y futuras crisis. La idea principal es dar previsibilidad, norte y certeza, todo lo que falta en estos momentos.
No sé si este proyecto es la solución, pero sí podría ser la piedra angular de los consensos necesarios para reunirnos los diversos sectores y trabajar soluciones.
La confianza es algo que se construye con gestos mutuos y es ahí donde estamos fallando. Los gestos son erráticos ya ni siquiera nos sentamos a anunciar extensiones de la "no cuarentena", como dice el Presidente.
Muchos nos vamos a quedar pero difícilmente saquemos adelante nuestro país si perdemos profesionales, estudiantes, trabajadores, jóvenes que mucho aportarían a pensar y ponerse al hombro esa Argentina donde quepamos todos. ¡Sin dudas esos jóvenes necesitan incentivos, necesitan pensar por qué quedarse!
¿Incentivos de qué tipo? Que tengas alguna certeza si querés emprender, si te querés formar, si querés invertir los manguitos que ahorraste o simplemente si querés ahorrar. O, al menos, que quienes te representan muestren empatía, que nos les dé lo mismo que elijas irte de tu país.
¿No será nuestra tarea dárselos? ¿No tendrá que pensarlo el Gobierno? Lamentablemente no veo que nos esté convocando a eso, muy por el contrario, veo una profundización de la grieta y recetas viejas para enfermedades nuevas. Desde mi humilde lugar hago un llamado a la reflexión pero fundamentalmente a la acción, no podemos resignarnos y dejar nuevamente que, la gente prefiera irse.
Diputada nacional por la provincia de Buenos Aires (UCR-Juntos por el Cambio)