Autor de la fotografía de la niña hondureña que publicó Time y recorrió el mundo, John Moore retrató, en un libro impactante, la ilusión y los sufrimientos de aquellos que salen con lo puesto tras el sueño de entrar a Estados Unidos
Fue una noche oscura, en Texas. A mediados de este año, cinco balsas con unas treinta personas a bordo cruzaron el Río Bravo. Sandra María Sánchez y su pequeña hija Yanela se contaban entre el grupo de madres y niños que había viajado durante un mes desde Honduras para pedir asilo político en Estados Unidos. Pero no fue la tierra prometida lo que encontraron al llegar por fin a la orilla, sino las luces de una camioneta que les apuntaron a la cara y agentes de una patrulla que los registraron de pies a cabeza antes de detenerlos.
Yanela, de dos años, rompió en llanto cuando su madre dejó de abrazarla para apoyar sus manos sobre la camioneta, mientras un oficial chequeaba que no estuviera armada. El fotógrafo John Moore registró la escena y la agencia Getty Images la difundió, poco después del anuncio de Donald Trump de que las familias que cruzaran la frontera sin documentos serían separadas.
El gesto aterrado de Yanela se volvió viral, convertido en símbolo del drama de los migrantes indocumentados. Sobre todo cuando la revista Time usó esa imagen para componer otra más dramática, en la que se ve a Trump mirando a la nena con indiferencia junto a la frase "Welcome to America" (Bienvenida a Estados Unidos). Nada parece haber cambiado desde que hace tres años conmovió al mundo la imagen del cuerpo sin vida de Aylan Kurdi, el nene sirio de tres años hallado en una playa de Turquía.
"La tapa de Time fue controvertida porque hay una gran polarización política en Estados Unidos. Yo trato de mostrar el tema de la migración de manera comprensible, aunque no se puede controlar la vida de la imagen en las redes sociales. Espero que dure como ejemplo visual para ponerle rostro a la política de tolerancia cero", dijo Moore a La Nación durante su reciente visita a Buenos Aires.
Antes de regresar a Tijuana para continuar el registro de la caravana de migrantes que viajó hasta allí a pie desde Honduras, el corresponsal de Getty Images pasó por la Argentina y Chile como parte de una gira promocional de Undocumented (powerHouse Books, 2018), libro que compila su trabajo de casi una década en la frontera entre México y Estados Unidos. Por tierra, agua y aire recorrió esos tres mil kilómetros, convertidos en una de las zonas más conflictivas del planeta desde que Trump impulsó la creación de un muro para impedir la entrada de inmigrantes ilegales. "Parte del libro tiene que ver con la militarización de la frontera. Trajeron equipos de guerra que usaron en Medio Oriente y permiten ver en la oscuridad", señala Moore, con la seguridad que le da la experiencia: durante un cuarto de siglo trabajó en más de setenta países y su currículum incluye el prestigioso premio Pulitzer, otorgado en 2005 al equipo de la agencia AP que cubrió la guerra de Irak.
Con el propósito de "humanizar" un tema que suele quedar reducido a cifras, Moore procuró mostrar distintas facetas de una realidad compleja. Además de textos en inglés y castellano, su libro incluye imágenes de niños detenidos que fueron separados de sus padres o que recorrieron solos miles de kilómetros; de agentes de origen latino que protegen la frontera de Estados Unidos; de migrantes indocumentados que trabajan en ese país sin seguro médico y con miedo a ser deportados, y de pandilleros encapuchados que impulsan a miles de personas a huir de sus hogares en busca de un destino mejor. Padre de tres hijos, radicado con su familia en Nueva York, el fotógrafo se atrevió incluso a domar a La Bestia. Con ese nombre se conoce popularmente la red de ferrocarriles de carga que une las fronteras sur y norte de México, usada por miles de migrantes para llegar a Estados Unidos. "Es muy peligroso porque viajan días o semanas bajo el sol sobre el techo, que está controlado por pandilleros -explica Moore-. A veces empujan a los que no pagan. Muchos murieron de esa forma".
Ése es el motivo, según él, por el cual miles de personas salieron caminando -muchas de ellas, en sandalias- a mediados de octubre desde San Pedro Sula, en Honduras, hasta llegar a Tijuana, donde hoy viven hacinadas en un complejo deportivo. La mayoría está enferma con gripe e infecciones respiratorias, como consecuencia de dormir a la intemperie o en carpas bajo las temperaturas extremas típicas del desierto.
El alcalde local declaró la crisis humanitaria y pidió apoyo a Naciones Unidas, mientras nuevas caravanas partían rumbo al Norte desde América central. Esta vez, los habitantes de los pueblos que atravesaron no salieron a recibirlas con agua y comida, y Trump redobló sus amenazas: prometió un despliegue en la frontera de hasta 15.000 efectivos, cifra cercana a la que se envió a Afganistán para luchar contra el terrorismo. "Es una situación muy inflamable. Ya hay entre 5000 y 10.000 personas en Tijuana, y cada día llegan más -advierte Moore-. Las caravanas siempre quieren avanzar, no van hacia atrás. Hubo enfrentamientos con gases lacrimógenos y temo otro pronto, solo es cuestión de tiempo".
¿Qué los lleva a exponerse a semejante peligro? "La desesperación y la búsqueda de una oportunidad. Piensan que vale la pena comparado con lo que dejan atrás. Escapan de un nivel de violencia difícil de entender sin haberlo vivido, y no tienen esperanza de crecer económicamente", responde el fotógrafo, que vivió en varios países de América Latina antes de concentrarse en la frontera con México desde 2010. Y agrega otro dato, que no parece menor: "Estados Unidos es uno de los pocos países que otorgan nacionalidad con el nacimiento, así que muchas mujeres embarazadas buscan tener sus hijos ahí".
En los últimos años, en paralelo a la "creciente xenofobia" en Estados Unidos, Moore notó otro cambio significativo. "La cifra de gente que cruza la frontera no ha variado mucho -señala-, pero sí la forma de organización. Hay teorías conspirativas sobre cómo se formó la caravana: los de derecha dicen que fue George Soros; los de izquierda dicen que fue Trump. Yo creo que fue espontánea. Quienes no tienen los 10.000 dólares necesarios para llegar a Estados Unidos encontraron de esta manera una forma gratis y más segura que el viaje en La Bestia. Estar juntos les da más fuerza".
Esa fuerza representa un gran desafío para Andrés Manuel López Obrador, que acaba de asumir la presidencia de México. "No tendrá luna de miel", opina Moore, testigo de una estampida en el puente que une Guatemala y México. "Bienvenidos a México", dice un cartel que llama la atención en una de sus fotos porque justo debajo, un grupo de policías protegidos con escudos antidisturbios ordena detenerse a los inmigrantes que buscan cruzar. Otra muestra a un hombre saltando del puente para sumarse a los que intentan llegar nadando a la orilla mexicana.
Aunque no todas reflejan ese nivel de violencia: tal vez la más conmovedora, incluida en el libro, sea la que hace foco sobre las manos de un hombre y una mujer unidas por esposas. La mujer acaricia al hombre, en un gesto de ternura que parece capaz de sobrevivir a todo.
"Quiero mostrar que todos somos seres humanos. No cambiamos el mundo con nuestras imágenes, pero posiblemente encontremos soluciones más humanas", opina Moore al recordar cómo capturó ese momento: "Yo estaba acompañando a la patrulla fronteriza, y les avisaron por radio sobre este grupo de migrantes. Los persiguieron con perros y helicópteros, hasta que capturaron a diez personas. Los esposaron. No pude entrevistarlos así que nunca supe si era una pareja, si viajaban juntos o de dónde venían. A veces las mejores fotos no contestan todas las preguntas".