Mentime que me gusta
En una época eran celebridades las que caían en la trampa de programas falsos donde la pasaban mal y solo se trataba de un sketch de Marcelo Tinelli. Ahora, la cosa se invirtió y son los famosos los que empiezan a gastar a los grandes medios con peleas actuadas en las redes sociales, que hacen pasar como reales, pero que no lo son.
Hubo una falsa alarma no hace mucho cuando Andy Kusnetzoff puso a prueba las dotes actorales de Agustina Cherri y la desafió a que se enojara ante la pregunta de otro de los invitados, Antonio Birabent. Ella al toque cumplió con lo pedido hasta el punto de levantarse de la mesa. Aunque no hubo intención de engañar a nadie en esa ocasión, sitios de Internet entraron como por un tubo y reprodujeron ese recorte como verdadero.
Que Brenda Asnicar, más recientemente, abandonara una entrevista con un influencer porque este no se acordaba de su nombre rebotó por todos lados. Pero, al final, la situación era falsa. Así tuvieron doble impacto: primero, con la pelea trucha. Después, con la desmentida. Todo para promocionar una marca. En el mundo virtual cada vez es más difícil determinar qué es real y qué, no. Peor: la noción de verdadero/falso pierde importancia.