El Shakespeare de la ciencia
La historia oficial le atribuye a Cristóbal Colón el descubrimiento de América. Pero hoy cada vez más estudiosos se deslumbran con la figura multifacética, aunque durante mucho tiempo desconocida, del que hoy consideran su "redescubridor": Alexander von Humboldt, que a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX no solo recorrió todo el continente (visitó el Orinoco; remontó el río Magdalena, en Colombia; ascendió a picos de más de 5000 metros en los Andes, y recopiló datos sobre el clima, los recursos naturales, la orografía, la flora y fauna de la región), sino que además concibió la idea de que la naturaleza es un tejido en el que cada una de las hebras depende de las demás. Fue el primero en postular que los seres humanos podíamos inducir el cambio climático ¡dos siglos antes de que los especialistas empezaran a advertirnos sobre el calentamiento global!
Acaban de cumplirse 250 años de su nacimiento y su estatura no hace más que agigantarse. La revista Science le dedicó una edición especial. La semana última, invitado por la embajada alemana en Buenos Aires, el historiador de la ciencia Frank Holl dio una conferencia en el Centro Cultural de la Ciencia en la que repasó no solo sus contribuciones científicas, sino también sus ideas políticas, que iban a contramano de su época.
Cuenta Holl que en su ensayo sobre la isla de Cuba, Humboldt dice que la esclavitud es "el mayor de todos los males de la humanidad". Y el dedicado al Reino de la Nueva España termina con las palabras: "¡El bienestar de los blancos está íntimamente enlazado con el de la raza cobriza, y no puede existir felicidad duradera en ambas Américas sino en cuanto esta raza, humillada pero no envilecida (...) llegue a participar de todos los beneficios (...) de la civilización y de las mejoras del orden social!". Bregaba por "la unidad del género humano" y rechazaba la noción "de razas superiores e inferiores".
Autogestionado, invirtió gran parte de la fortuna que recibió después de la muerte de su madre, cuando tenía 30 años, en un viaje de exploración que lo llevaría desde América hasta Rusia. Incursionó en la antropología, la física, la zoología, la climatología, la oceanografía, la astronomía, la mineralogía, la botánica y la geología, y es considerado el "padre de la geografía moderna". Para Holl, el principal aporte del sabio alemán fue mostrar que ninguna disciplina científica existe aislada. "En el tiempo de Humboldt, la palabra ecología no existía -cuenta-. Él consideró el paisaje un espacio de interrelación dentro de la naturaleza, y también con el ser humano. 'Nada se manifiesta aislado', escribió. En 1843, en su obra Asia Central. Investigaciones sobre las sierras y la climatología comparada, Humboldt dice que el ser humano influye en el clima por el 'talado de los bosques, el cambio en la distribución de las aguas y la exhalación de grandes masas de vapor y gases en los centros industriales'".
Los textos sobre su periplo americano (atlas, tratados de geografía y economía, además de la crónica de sus viajes) están compilados en treinta volúmenes que fueron best sellers de su época. Sin embargo, hasta no hace mucho, era prácticamente desconocido. "Muchos de nosotros tuvimos en Alemania un texto para niños y adolescentes llamado Schneiders Lexikon, del que se publicaron miles y miles de ejemplares -cuenta Holl-. El mío es de 1968. Tenía un artículo sobre su hermano, Wilhelm, pero a Alexander no se lo menciona". Hoy es considerado el Napoleón o el Shakespeare de la ciencia.
En su madurez se empeñó en compilar todo el saber de su época en una obra monumental, Cosmos, a la que se dedicaría como un poseído y que terminaría de consumir lo que restaba de su fortuna. Murió en la pobreza a los 89 años. "Conocer y reconocer -escribió- es el placer y la facultad del ser humano, y es una de las riquezas de cualquier nación".









