
Moyano, rebelde pero no tanto
En Los convidados de piedra (Sudamericana), Pablo Chacón retrata a las mayores figuras del sindicalismo argentino
1 minuto de lectura'
Moyano es peronista y camionero. Moyano nació en 1944. Moyano no acusa recibo cuando lo acusan de "haberse quedado en el 45". Moyano se subió por primera vez en su vida a un camión con su padre, Moyano, camionero. Moyano hijo también se hizo camionero. "Empecé en la empresa Verga Hermanos, que tenía la línea Mar del Plata-Buenos Aires. Empecé a los 17 años", cuenta. Moyano no dice ni sí ni no cuando se le pregunta si los hermanos Verga eran testaferros o socios o algo de Diego Ibáñez, el ´capo´ del SUPE, el Sindicato de Petroleros, durante años secretario general de la CGT seccional Mar del Plata. Moyano no sabe o dice no saber que esa empresa de camiones también trabajaba para YPF; como lo hacían para YPF otras flotas de camiones y flotas de barcos, todas relacionadas de una manera o de otra con Diego Ibáñez. Por lo demás, Diego Ibáñez jamás negó sus vínculos afectivos, políticos y comerciales con el ´cartero´ Alfredo Yabrán. Moyano, en todo caso, se muestra prescindente, displicente respecto de Ibáñez, un poco menos respecto de Yabrán. "Me reuní dos veces con él para discutir convenios, igual que con otros empresarios. Yabrán era un hombre con el que se podía hablar" -dice-. "Los choferes de Ocasa (una de sus empresas de correos) eran los que mejor ganaban, y Yabrán no ponía objeciones cuando nosotros los sindicalistas discutíamos los salarios. Empezó a venirse abajo con los ataques de Cavallo", también dice. Moyano no lo dice, pero podría conjeturarse que así como Yabrán ´heredó´ de Diego Ibáñez la amistad y la bonhomía de su ´lugarteniente´, el ´Coco´ Carlos Galaor Mouriño. Moyano, a quien Mouriño recuerda con un cariño particular, podría haber ´heredado´ para tratar con Yabrán las mutuas conveniencias que anudaron la íntima relación entre Ibáñez y Yabrán. Pero son conjeturas nada más. Cierto que Moyano llegó a la secretaría general de la CGT seccional Mar del Plata en 1976, durante la última dictadura cívico-militar, cuando Diego Ibáñez pernoctaba preso en un barco, esperando turno de salida junto con otros notables como Lorenzo Miguel, Carlos Saúl Menem, Jorge Vázquez, Jorge Triaca, Lesio Romero, etcétera, etcétera, pero el dato no implica nada especial, más teniendo en cuenta que Moyano entonces fue "varias veces preso" (en realidad fue dos veces preso) y que en 1983 volvió a ser elegido secretario general, y que su carrera se entronca con el apoyo a la intransigencia antialfonsinista de Saúl Ubaldini y mucho más atrás con la CGT de Augusto Timoteo Vandor que heredó José Ignacio Rucci. Moyano dice que nunca dejó el camión, aunque las malas lenguas dicen que no se sube a un ´doble eje´ desde 1973. Moyano lo desmiente, aunque días más o días menos las fechas coincidan. Así, Moyano, sin saberlo o sabiéndolo, hace suyo uno de los ideales del combativo y cordobés y marxista o clasista Agustín Tosco: que los dirigentes gremiales no dejen el mameluco. "Yo al camión me sigo subiendo", dice Moyano. "La última vez manejé de Mendoza a Luján." Para protestar. Moyano el camionero, junto al metalúrgico y combativo Francisco ´el Barba´ Gutiérrez, preso político y líder de la UOM de Quilmes, ´delfín´ por ´izquierda´ de Lorenzo Miguel, encabezó frente al Congreso la protesta contra las huestes de Carlos ´Chacho´ Alvarez y aliados cuando se disponían a sancionar la ley de reforma laboral aquella húmeda noche y madrugada de represión policial y balazos ordenados por el secretario de Seguridad balbinista y amigo de De la Rúa, Enrique Mathov, pero ignorados por el ministro de la Franja Morada. Moyano dice que la actual administración es una continuidad "prolija" del "modelo de Menem y Cavallo". "Yo cuestioné el modelo de Menem y Cavallo, el menenismo (sic), bastante pronto, en el 93; antes no pude porque todos estaban ´enganchados´ con las privatizaciones. No era fácil remar contra la corriente." Sin dudas, y mucho menos cuando hay tantos ´enganchados´, si lo sabrá Moyano, que se crió en Mar del Plata. Pero "lo de ´Chacho´ me llama la atención", dice Moyano con voz atiplada, de carmelita descalza, "porque durante años coincidimos en la defensa de los trabajadores. Uno puede estar en contra de la conducción del partido, como estaba yo. Pero no se puede renegar del peronismo, como reniega él ahora. No se puede renegar del peronismo, eso es como renegar del barrio y de la madre", dice, y agrega: "El converso es la persona más difícil de entender. Y la más peligrosa". Chacho Alvarez parecería darle la razón: no sólo renegó del peronismo, sino también del radicalismo, como una novia despechada, o como la gata Flora. "Si alguien supone que vamos a dejar la Alianza para irnos a la Plaza con Moyano, está loco", dijo Alvarez después de renunciar a la vicepresidencia de la Nación. Pero Moyano no se puede quejar, porque también tiene fieles en la prensa llamada "progresista". Moyano declara ganar unos 2700 pesos mensuales. El 24 de noviembre del primer año del tercer milenio, cuando se cumplía la segunda jornada del tercer paro general llamado por las tres centrales confederales y Moyano era tapa de la revista Veintitrés, que anunciaba que Moyano el camionero salía el martes 28 de ese mes para Londres con pasajes pagados a una reunión de la ITF acompañado por su mujer y uno de sus nietos en clase ejecutiva ("Si te pagan el pasaje, ¿vas a elegir viajar en el baúl?", se había preguntado Moyano el camionero), y cuya tarjeta de crédito mostraba gastos por más de 10 mil dólares mensuales, el periodista Miguel Bonasso escribía en el matutino Página/12 que "en las propias tiendas moyanistas (sic), donde se festejaba ayer el indudable éxito del paro, se discutía acerca de quién podía ser el beneficiario político de la medida de fuerza (...) Algunos dirigentes piensan (y hasta se atreven a decirlo en voz baja) que no debería beneficiar a ningún caudillo del PJ que haya sido cómplice del vaciamiento ideológico operado sobre el peronismo durante el ´menemato´. Otros, en cambio, opinan que la CGT rebelde (que algún día -esperan- será oficial) debe unir su suerte al Partido Justicialista. Ayer, el primer sector -partidario de ir generando una nueva fuerza social y política- empapeló las calles del centro con carteles donde podía leerse: ´Frente Nacional contra el modelo económico´. Mientras tanto, Hugo Moyano, el dirigente cuyo protagonismo crece, guarda silencio como lo han hecho históricamente los grandes ´popes´ del sindicalismo". Y al día siguiente, el mismo cronista en el mismo diario escribía que "la convocatoria a un gran frente (con la Pastoral Social de la Iglesia de Raúl Primatesta y Guillermo García Calienda, empresarios, comerciantes, profesionales y estudiantes) contra el ´verdadero enemigo´ (sic) fue explicitada luego por Moyano, que ha madurado en estos meses de protagonismo. Varias veces reiteró que el Gobierno ´no es el enemigo´ y apeló a la comprensión de los gobernantes para percibir este paro no como un éxito del sindicalismo, sino como la respuesta angustiada de una sociedad que no resiste más el modelo neoliberal". Moyano tiene las espaldas a cubierto. Después ensaya una defensa corporativa: "Parecería que la dirigencia gremial tiene la culpa de todos los males del país". ¿Y qué del desprestigio que marcan las encuestas? "Algunos hombres hicieron todo lo posible para que así sea", dice, y nada más. ´Algunos hombres´ habrá que traducirlo como ´algunos dirigentes gremiales´. Sigue: "El gobierno (de De la Rúa) sólo quiere denostrar (sic)". "Denostrar" es inseparable de "López Murpi" (por el ministro de Defensa López Murphy) y del pueblo que estalla "por intinto (sic)" y del "cacelorazo (sic)". Y se pregunta Moyano: "Yo me pregunto, ante la tendencia mundial de las privatizaciones, ¿qué va a hacer un dirigente gremial? ¿Impedir que las telefónicas o Luz y Fuerza se privaticen?". Evidentemente no, o evidentemente es todo lo que pudieron hacer los dirigentes gremiales; es decir: nada.
Moyano dice que uno de los peores momentos de su vida fue cuando lo detuvieron, en 1989, en la sede porteña de su sindicato, en un procedimiento comandado por el juez de Mercedes, Miguel Zito Soria, quien secuestró un paquete con 300 gramos de cocaína. "Fue una canallada", dice Moyano. "Me lo hicieron por mi estilo frontal. Estuve preso unos días en Mercedes. Pero fue muy evidente que era una ´cama´." En esa época era diputado por la provincia de Buenos Aires. Entonces Moyano, como Oscar, hijo de Ossian y nieto del rey Fingal en la saga celta, él también en la flor de los años, supo lo que era la muerte civil mientras se sentaba a la mesa coronada de falsos pámpanos. Entonces, como Oscar, Moyano también debió romper las lanzas de su facundia contra las filas de las convenciones útiles después de escuchar, exiliado y deshonrado, que el coro de los justos pronunciaba su nombre junto al del espíritu inmundo. "Lo superé porque soy un hombre muy creyente", dice Moyano, y pide que "ese juez haya tenido el perdón de Dios".
Andó no. Así Moyano se levantó, y anduvo.
Moyano tiene cuatro hijos y pocos amigos. Moyano, Pablo, es hijo de Moyano y trabaja en el sindicato. Quiere ser sindicalista, por ahora; desde noviembre de 1999 es secretario, a 1800 pesos el mes. Moyano, Pablo, hijo de Moyano, fue puesto bajo la lupa en abril de 2000 cuando la revista Veintitrés publicó que el muchacho, de 29 años, "había adquirido -y reformado- un caserón de 300 mil dólares". Al final, dice Moyano, en este país no se puede vivir tranquilo. Bien dicho, muy cierto. Su amigo ´del alma´ también es secretario, secretario adjunto del gremio de camioneros. Se llama Jorge Silva, es marplatense y se salvó -por casualidad, suerte o como se lo quiera llamar- de que la Triple A de López Rega lo cosiera a balazos. Se salvó porque un amigo masón del Partido Socialista Democrático de Mar del Plata, amigo de militares y de servicios varios (el partido se especializa en esos contactos), miembro de las ´milicias´ clandestinas que operaron contra Perón al final de su segundo mandato, escuchó al pasar los planes inmediatos de ´los muchachos´, que también eran sus conocidos. El amigo masón llamó a Silva y le avisó, y Silva alcanzó a escaparse de la muerte. Ese fue, para Moyano, otro momento de temer. Moyano jamás aceptó ni siquiera hablar del incidente que lo enfrentó con el semanario Noticiasen marzo de 2000 cuando en sus páginas se reveló en título ´catástrofe´, "Moyano goza de buena salud", que el camionero digitaba la salud de los camioneros a través de tres sociedades ´truchas´. Según la investigación periodística, sobre 174.418 afiliados al gremio, contando un ingreso anual de casi 30 millones de dólares a la ´caja chica´ de la obra social, se gastaban casi 32 millones de la misma moneda, de los cuales 25 millones aproximadamente estaban supuestamente destinados a pagar a empresas fantasma vinculadas a la conducción del sindicato, figurando bajo el rubro ´gastos en prestaciones médico-asistenciales´. Moyano no habló del tema ni habla. El que habló fue Silva y fue más bien parco. "¿Por qué la obra social contrata a las empresas de su director?" "No le voy a contestar eso". "¿Por qué?" "Porque lo importante es que los afiliados estén bien atendidos. Es más, esta conducción compró tres sanatorios..." "¿Son del gremio? ¿Y entonces por qué figuran a nombre de Marín (el director de la obra social)?" "Eso es imposible. No tengo los papeles acá, pero son nuestros..." "Entonces le parece bien que el gremio contrate servicios de las empresas de sus dirigentes..." "Ya le dije que no contesto" "Está comprobado, Silva...". "Nosotros sabíamos que cuando nos pusiéramos al frente de la lucha nos iban a atacar. Ya lo hicieron con el tema de la droga de Hugo". Hugo es Hugo Moyano. El resto son conspiraciones: las delicias de toda una vida en la oposición.






