
Najat Vallaud-Belkacem, la joven ministra que se propuso reformar la educación francesa
A los 37 años, impulsa una polémica actualización de las escuelas secundarias mientras se afianza en la renovación del socialismo francés
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PARÍS- En las imágenes filmadas durante su paso por una de las principales radios francesas, una de las entrevistas que concedió para explicar su proyecto de reforma del secundario francés, a la joven ministra de Educación se la ve por primera vez nerviosa. Raro para Najat Vallaud-Belkacem, una mujer acostumbrada a lidiar con los medios, zanjar las polémicas y salir intacta. Su larga experiencia como portavoz, primero de la candidata Ségolène Royal durante la campaña presidencial de 2007, luego de François Hollande durante la de 2012, e incluso vocera del gobierno francés hasta el año pasado, la consolidó como una gran experta en comunicación. A tal punto que, en el concurso que organizan todos los años los periodistas que cubren el Elíseo, se ganó el premio "langue de bois" (lengua de madera), expresión que en Francia se utiliza para caracterizar el lenguaje formateado, que abusa de eufemismos y rodeos, típico de los políticos.
Los nervios de aquel día en ese estudio radial, que contrastaban con una Najat siempre sonriente y tranquila frente a sus opositores, dan cuenta de la tormenta política y mediática, atípica para ella, en la que se vio envuelta en los últimos meses. Su reforma educativa del nivel secundario (el llamado collège se cursa aquí entre los 11 y los 15 años), que entre otras cosas prevé reducir horas de latín y griego, darle mayor autonomía a los establecimientos y modificar el contenido de los programas de historia, desató la indignación de académicos y políticos, con una virulencia pocas veces vista. Ante franceses reacios al cambio, Vallaud-Belkacem se metió de lleno con el secundario, frecuentemente presentado en Francia como el eslabón débil del sistema, pero que ningún gobierno se había animado a tocar en los últimos 20 años. Quizá se necesitaba a alguien con su perfil para hacerlo.
Primera mujer a cargo de este Ministerio en la historia de la república, una cartera que cuenta con 1448 millones de euros –6,8% del producto bruto interno francés–, Najat Vallaud-Belkacem es también, a los 37 años, la primera musulmana en acceder a este puesto. Nunca buscó sacar provecho de esta etiqueta, señal de nobleza espiritual en un país en donde el origen es un tema delicado, cargado de estereotipos, que genera automáticamente apoyos y rechazos. Pero su recorrido es interesante porque la convierte en un producto puro de la meritocracia a través de la reconocida educación obligatoria, gratuita y laica que ofrece este país.
"Tengo la suerte de haberme beneficiado de lo mejor que puede ofrecer la escuela republicana francesa: la posibilidad de que todos pueden salir adelante con trabajo y mérito. Pero también soy consciente de la suerte de haber tenido una madre que nos transmitió el gusto por la escuela y una hermana que fue un modelo de éxito para mí. No todos mis compañeros de clase tuvieron esa suerte", escribe la ministra en una entrevista por mail con la nacion.
De Marruecos a la elite política
Nacida en Marruecos, nieta de abuelas española y argelina casadas con campesinos, llegó a Francia a los 4 años con su madre y su hermana mayor para reunirse con su padre, un obrero que había emigrado a este país en busca de trabajo. Se instalaron en la periferia de Amiens, al norte de Francia, y aquí nacieron sus otros cinco hermanos. En casa, la educación era estricta. Protectora y afectuosa, la madre se ocupaba de los siete hijos mientras el padre trabajaba. "Es doloroso decirlo, pero mi madre era la imagen de eso en lo que no debíamos convertirnos", contó la ministra en el diario Libération.
Najat estudió derecho, siguiendo los pasos de su hermana mayor, y pasó luego a la ciencia política en el prestigioso instituto Sciences-Po de París. "El primer día de clases, escucha al director explicar a los alumnos que debían prepararse para convertirse en la elite de este país. Se da vuelta y mira con sonrisa pícara a sus compañeros, pero se da cuenta de que ellos se preparaban desde hacía largo tiempo", escribió Libération. Fue allí donde conoció a su marido Boris Vallaud, que a los 38 años acaba de ser nombrado secretario general adjunto del Elíseo, y con quien tienen mellizos, Louis y Nour.
Decidió afiliarse al Partido Socialista tras el terremoto político de 2002, cuando el fundador del partido de extrema derecha francesa Jean-Marie Le Pen llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. De chica, en su casa no se hablaba nunca de política salvo cuando ese señor aparecía en la televisión. Inició su carrera política en la municipalidad de Lyon, donde trabajó en el equipo de la mujer de Gerard Collomb, alcalde de esta ciudad desde 2001. Fue por recomendación de la pareja Collomb que saltó al plano nacional, de la mano de Ségolène Royal, que se presentaba a la presidencia en 2007. Desde entonces no dejó las altas esferas. Cuando Hollande llegó al poder en 2012, estuvo a cargo del Ministerio de Derechos de la Mujer y luego del de Deportes. Legisló por la penalización de los clientes de prostitución y promovió la ley de igualdad, que incluye la ampliación del derecho al aborto.
Desde agosto del año pasado está a cargo del Ministerio de Educación Nacional, Enseñanza Superior e Investigación, el puesto más difícil en este país donde, como explica ella misma, "la escuela es el crisol de nuestra identidad común, fundada sobre valores compartidos y sobre el origen. Es el sentido del pacto republicano francés. Y los ciudadanos están visceralmente ligados a la escuela porque es el principal vector de ascenso, la suerte dada a cada uno de aprender y de llegar". Más aún desde los atentados de principios de enero, que hicieron girar todos los ojos hacia el rol de la escuela. Icono de la diversidad, la ministra se convirtió en una pieza indispensable del tablero gubernamental.
"Soy consciente de mis responsabilidades. Mi desafío es cotidiano. Estar a la cabeza del primer presupuesto del Estado, del primer empleador de Francia y tener en mis manos el futuro de 12 millones de alumnos impone un solo desafío: contribuir al logro de la escuela para preparar el futuro de mi país", explica Najat. Y agrega: "En cada misión que me fue confiada, busqué ser lo más útil y pragmática posible, y siempre fiel a mis valores de izquierda. Me rehúso a ver la educación nacional como una cartera difícil de manejar. Prefiero verla como un desafío permanente para nuestro país".
Con los ministros de Economía, Emmanuel Macron (37 años), y de Cultura y Comunicación, Fleur Pellerin (41 años), Vallaud-Belkacem forma parte del grupo de jóvenes ministros que Hollande colocó en primer plano luego del último reajuste ministerial. Figuras de izquierda que no tienen miedo de desplazarse por momentos hacia el centro y empujar políticas más liberales para hacer avanzar a este país, a veces cómodamente sentado en un modelo que ya no funciona como solía hacerlo. Según el diario Le Monde, en privado el primer ministro Manuel Valls habla de ella como de una "revelación" y estima que encarna "una figura del futuro de la izquierda". A la pregunta de la nacion sobre su proyección política, Vallaud-Belkacem asegura que no se fija objetivos de carrera. "La educación es la misión más linda que me hayan confiado jamás", insiste.
Desde siempre apoyado firmemente por Hollande y por Valls, el decreto de reforma educativa fue aprobado a mediados de mayo, pese a las huelgas de una parte de los profesores, y entrará en vigor en el ciclo lectivo que comienza en septiembre de 2016. Vallaud-Belkacem puede considerar como ganada su primera batalla política, que de seguro no será la última. Ahora le queda poco más de un año para lograr revertir el estado de ánimo de los profesores, los mismos que deberán poner en práctica estos cambios.



