Pandillas, espacios e identidad
Los últimos sucesos de guerra entre los jóvenes hacen que nuestra atención se dirija hacia los problemas de la violencia juvenil.
Han aparecido varias notas en los medios de comunicación que ponen de manifiesto el problema. En varias investigaciones sobre pandillas, que se han realizado en América latina, se verifica la considerable diferencia entre pertenecer a alguna pandilla y estar ligado al tráfico de drogas.
¿Quiénes son los jóvenes que se involucran con las pandillas? ¿Por qué entran en esos grupos?
De manera general, los jóvenes viven una época de profundas transformaciones, económicas y de valores, marcada por una sociedad de consumo ostentosa, con fuertes desigualdades sociales. Esta realidad suscita en el conjunto de la juventud tanto aspiraciones como frustraciones.
La formación de pandillas está fuertemente asociada con las culturas juveniles y los procesos de afirmación de identidades, y consisten básicamente en aglomeraciones reunidas en torno de actividades relacionadas con la música, el ocio y, a menudo, también con varias prácticas ilícitas.
Los jóvenes, tanto hombres como mujeres, adhieren a las pandillas en busca de un sentimiento de pertenencia, de modo que sus miembros comparten códigos específicos de lenguaje, ropa y comportamiento. Sus integrantes tienden a ser solidarios entre sí, y son comunes las referencias a la pandilla como una especie de familia y un espacio de protección.
Entre las actividades asociadas a esos grupos, podemos citar la diversión, las pintadas, las disputas por espacios, los ataques a algún "enemigo" común o a pandillas antagonistas y, en algunos casos, los robos, asaltos, compra o venta de drogas y depredación. Así y todo, la mayoría no llega a entrar en el tráfico de drogas.
Varios estudios muestran que estamos delante de jóvenes en situación de vulnerabilidad, con cierto descreimiento en la sociedad y en sus instituciones, y frustración, consecuencia de la falta de expectativas. Lo inmediato, el aquí y ahora, así como el dinero, el prestigio ("tener moral"), el exhibicionismo, la emoción y la adrenalina son elementos atractivos del "pandillaje".
La Red de Información Tecnológica Latinoamericana (Ritla) también está realizando una investigación por Internet para identificar la extensión y los significados de las diversas violencias construidas por las imágenes e interacciones establecidas en la Web, para hacer foco en grupos de pandillas a partir del material que existe en sitios como Orkut y YouTube, Fotologs, Pixlogs, chats y grupos de e-mail. Ya no se trata sólo de la territorialización tradicional de las calles, sino del espacio virtual, que ha demostrado ser un vehículo expresivo de construcción de vínculos, socialización, disputas, agresiones, exhibicionismo y nuevas formas de romper con el orden establecido.
Como investigadora y como persona que piensa en políticas públicas para las juventudes, que escucha sus dichos, sus anhelos y percepciones sobre cómo viven y qué hacen, puedo asegurar que esos jóvenes también tienen sus potencialidades: quieren afirmar sus identidades y jugar con sueños. Es necesario quebrar su invisibilidad, reconocer que son actores sociales con formas particulares de mirar el mundo y de intervenir en él, colaborar para que tengan un sentimiento de confianza y pertenencia a la sociedad.
Es fundamental una nueva mirada sobre la juventud, que fomente su inclusión y emancipación y que amplíe una red de protección social, con oportunidades de estudio y trabajo, con una política de combate a las diferentes formas de violencia existentes, que promueva espacios de arte, cultura, deporte y ocio, en suma, que otorgue respuestas globales y continuas, con políticas integradas y transversales y, sobre todo, que confíe en nuestras juventudes.