
Placas subterráneas
Según la teoría de la tectónica de placas, la corteza terrestre está compuesta al menos por una docena de placas rígidas que se mueven independientemente. Esta teoría explica muchos terremotos y volcanes, ya que la mayoría ocurre cerca de los márgenes de ellas. Igual que la corteza terrestre, la memoria y la temporalidad de nuestro pueblo tampoco parecen estar moviéndose de manera uniforme, y eso produce también movimientos de tierra y erupciones, como las ocurridas esta semana.
En un sentido amplio, muchas placas de la sociedad se mueven a destiempo: mientras parte de la sociedad quiere dejar atrás las prácticas prebendarias, un grupo de intendentes bonaerenses busca legislar privilegios para sí mismos; mientras parte de la sociedad quiere entrar al siglo XXI, las placas tectónicas provinciales están inamovibles en su modelo medieval; mientras parte del pueblo está procurando continuar el camino, otra parte decide ir en la dirección inversa para recomenzar desde el año 1983.
En el caso puntual de la ESMA, los problemas emergieron por el modo como fue organizado el acto, por fragmentos de discursos, por solicitadas, por ausencias que provocaron tensiones entre el Presidente y los gobernadores, y por la controvertida lectura de la historia que abrió un conflicto entre Kirchner y Alfonsín. Las declaraciones del Presidente en el acto, sobre estos 20 años de democracia, dejan entrever cuál hubiera sido acaso su verdadero sueño: ser el presidente del año 1983, la piedra fundacional de la democracia y de los derechos humanos.
Erigirse hoy en ello, sin embargo, sería un gesto de irrealidad, de aquellos que cada tanto uno teme que aparezcan en los hombres que ejercen el poder. La historia de la democracia y los derechos humanos es de todos, aun con los errores garrafales cometidos en estos años, como fueron las leyes de obediencia debida y punto final, y los indultos. El propio descuelgue de una foto de Videla, líder de una dictadura sanguinaria, era apropiado en el 83: hoy es un símbolo a destiempo que significa considerarlo aún colgado en la conciencia colectiva.
Pareciera que, cuando las cosas van mejorando, la Argentina padece el síndrome de abstinencia y necesita volver a su elemento adictivo natural, aquél en que se desenvuelve mejor, que es el de la crisis permanente, su única placa subterránea verdaderamente homogénea.







