Plenitud
Es un misterio comprender la decisión a estas alturas del mundo. Es cierto que las instituciones tradicionales (como las personas) demoran un buen tiempo en introducir cambios. Pero hay casos en los que cuesta ponerse en los zapatos del otro. Miremos, por ejemplo, el caso del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), que en mayo pasado cumplió cien años. Sus autoridades acaban de informar que pronto, de aprobarse la idea en asamblea, las mujeres podrán ser socias plenas de esa institución tan venerada. Pero la felicidad nunca es completa. Esa anunciada plenitud no autorizará su ingreso en la sede de la calle Viamonte.
Los argumentos que sostienen la veda están escritos: es una limitación que existe desde 1928; es razonable, habida cuenta de que todos los deportes que allí se practican pueden hacerse en las demás sedes; existen cuestiones edilicias, como la dificultad para construir nuevos baños, que justifican sobradamente mantener hábitos que son centenarios. Eso sí: las mujeres (si la iniciativa se vota en octubre) podrán pasar al salón comedor de Viamonte. Si cruzamos los dedos, acaso puedan dar un pasito más y entrar en la cocina. A lavar los platos, por supuesto.