Sagradas escrituras
Son imágenes de otro tiempo, en estos días. En vivo y en directo, el mundo sigue espeluznado la sangrienta invasión rusa de Ucrania. Suficiente muestra de crueldad y deshumanización como para llamar a la cordura. A eludir rupturas que puedan dañar a millones de inocentes. El mundo se está poniendo demasiado peligroso. Pero la disociación puede ser extrema.
A 13.000 kilómetros de distancia, a escala periférica (y farsesca), dos facciones confrontan sin enfrentarse cara a cara. Libran, también, un combate de otra época con armas de otra era. Impotentes para cambiar con palabras propias y mensajes sin intermediarios, albertistas (por opción o descarte) y cristinistas (por fanatismo o conveniencia) componen una tragicómica guerra epistolar. La “Carta de los moderados albertianos a los desestabilizadores” tiene por respuesta la “Epístola de los populares cristinos a los tibios traidores”. Herejes, unos. Impíos, los otros. Pretensiones de sagradas escrituras destinadas a integrar el mazo gastado de los cismas peronistas. Juegos de poder a cuenta de millones que miran, otra vez, cómo arriba se tiran las cartas sin poder adivinar nada. Timbeándose el futuro. Apuestas riesgosas que otros siempre pagan caro