Siempre la desilusión
"El último medio siglo de historia argentina ha oscilado, una y otra vez, entre la esperanza y la desilusión. Después de los crímenes de la banda oficial "Triple A" –bajo el gobierno de Peron-Isabel-López Rega–, los actos del terrorismo, la multiplicación del espanto en la dictadura militar y el cruel holocausto de cientos de chicos en las Islas Malvinas, después de la barbarie volvió, por fin, radiante la República. Durante algunos años brillaron las instituciones de la civilización. Era, de nuevo, la esperanza", dice el ex juez de la Corte Suprema Gustavo Bossert en una nota cuyo texto completo será publicado mañana en la sección Notas, en la página 21 del diario.
"En sus primeros años de gobierno, el actual Presidente integró una Corte Suprema de excelencia; designó procurador general de la Nación a un jurista intachable; no se advirtieron intromisiones en la labor de los jueces; el ministerio de Salud inició una firme política en favor de la procreación responsable, tendiente a evitar embarazos no deseados; se enfrentó con energía el drama de la deuda externa. Empezaba de nuevo la esperanza", agrega Bossert.
El ex magistrado, que también es autor de libros de ficción dice que, sin embargo, "algo cambió desde la primavera del 2005, cuando el oficialismo triunfó en elecciones legislativas. Como si una convicción de omnipotencia hubiese trastornado la mirada en las alturas del poder, volvió a darse un largo paso atrás en el camino del futuro. Al Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento, creados para desvincular de la política la designación y remoción de magistrados, lo integraban en equilibrio –de acuerdo a la Constitución– jueces, abogados, legisladores y algunos académicos. Desde comienzos de 2006, el Consejo y el Jurado son controlados por una mayoría absoluta de legisladores, más un representante del Ejecutivo".
Más adelante, señala Bossert: "Y ahora Skanska y su bruma que crece. Una causa en la que, tal vez para apartar a un fiscal tenaz e inquisidor, se ha llegado a dictar un decreto sin precedentes en cualquier país serio, ya que transcribe, como fundamento, una conversación telefónica. Y así, piedra sobre piedra, de nuevo la desilusión".
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