Tan a mano
Miles son los turistas atraídos por los campos de hierbas rosadas que florecen en otoño en el condado de Guanyun, en China. Algunos caminan con sus parasoles, otros se sacan selfies… Desde las alturas, los vemos chiquititos desplazarse por un sendero celeste que serpentea entre las tierras que albergan estos altos pastos. El tapiz rosa que se forma invita a internarse en él, a sumergirse en su espesura y a rebotar en ella como si fuera un mullido lecho. Es tan homogénea su textura que parece un manto sobre el cual recostarse a reposar, a mirar en esa espesura hacia un cielo que si bien la imagen no lo muestra sabemos que está allí. Sin embargo, ninguno de los presentes se ha salido del camino trazado. Nadie va más allá del límite. Quizá no esté permitido, no se les ocurra o simplemente no les atraiga la idea de fundirse con la naturaleza, tan al alcance de la mano, pero no por eso para todos cautivante.