Temporada de fantasmas
“Todo cambia, nada desaparece”, decían los antiguos romanos. Y en Europa, este verano, la sequía hizo que muchos pueblos, barcos y puentes emergieran del agua para saludarnos de nuevo. El dolmen de Guadalperal (llamado el Stonehenge español) había sido anegado cuando se construyó una represa; en estos días se puede volver a caminar entre sus piedras. En la propia Roma, un puente emergió del río Tíber. En Alemania encontraron una bomba de la Segunda Guerra Mundial de 450 kg de peso. Y barcos nazis y viejas camionetas, en el lecho de un río.
“Es muy preocupante. Es una señal de que hay cambios importantes en la estabilidad del clima global”, advierte Yadvinder Malhi, profesor de Ciencias del Ecosistema de Oxford.
Y nos preguntamos –como lo hubiera hecho Ezra Winston, el anticuario de aquella historieta llamada Mort Cinder– si el pasado está tan muerto como creíamos. Mientras saludamos la visita de estos viejos fantasmas del ayer, que son de aquellas apariciones que suelen presagiar desastres.
Algo más...
No solemos tomar al calor extremo tan en serio como a las inundaciones. Pero, en palabras de la meteoróloga Friederike Otto, “creo que significa que el cambio climático, sobre todo en Europa, siempre se habla como algo que sucederá en el futuro. No será en el futuro, está sucediendo ahora”. ß