Un plebiscito revolucionario
La Argentina devora rápidamente todo capital político debido a la casi nula legitimidad que tienen sus representantes. ¿Cuál sería el modo más efectivo de acrecentar el 22% obtenido por Kirchner y de tornarlo perdurable, si gobierna bien? Creando un inmediato lazo con la ciudadanía que revierta las razones de la ausencia de representatividad. Un modo revolucionario de lograrlo sería convocar en las primeras semanas de gobierno a un plebiscito para el envío y aprobación inmediata de una ley de reforma política. El apoyo que obtendría sería acaso superior al que le negó Menem con su deserción para el ballottage .
Esa reforma, la urgente operación de corazón que necesita el país, debería constar de lo que reclaman decenas de ONG (agrupadas bajo "Reforma Política Ya!"). En síntesis, 1) Reforma del sistema electoral: eliminar listas sábana, facilitar los requisitos para la presentación de candidatos, garantizar la proporcionalidad en la representación de los habitantes de cada provincia e implementación del voto electrónico; 2) reforma del funcionamiento de los partidos políticos: reafiliación obligatoria con trámite personalizado y control de la justicia electoral del padrón y del proceso, asegurar la presencia de las minorías en los órganos de decisión y control de los partidos, eliminar las listas bloqueadas y cerradas en las elecciones internas; 3) reducción del gasto político: eliminar pensiones, becas o subsidios directos dados por los legisladores y las intermediaciones clientelísticas en el reparto de beneficios en la seguridad social; 4) transparencia en el funcionamiento parlamentario: terminar con el secreto en la función pública mediante una ley de libre acceso a la información pública y el deber de tornar públicas las reuniones legislativas. Exigencia de declaración jurada de antecedentes (penales, laborales, etc.) y de patrimonio a los funcionarios y a los candidatos antes de votarlos, y asegurar su control.
Estas medidas, entre otras, vistas por los políticos como el haraquiri, tal vez sean para Kirchner lo inverso: el único modo de sellar un pacto de legitimidad con la ciudadanía y de tener perspectiva de éxito en el ejercicio del poder. ¿Tendrá Kirchner la audacia y la visión de dejar toda alianza con la vieja política y crear una alianza con el pueblo en el momento justo, es decir, antes de que se diluya su capital inicial?
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