Una apuesta por la integración
Presidentes y ministros de Comercio se reunirán en Buenos Aires desde mañana hasta el miércoles 13 con motivo de la Undécima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio. Será una oportunidad para que los 164 miembros de la Organización reflexionen acerca de la importancia del comercio para el crecimiento y el desarrollo, así como de la importancia de mantener un sólido sistema de comercio basado en normas, en particular en estos tiempos de incertidumbre económica a nivel mundial.
Esta es la primera vez desde la creación de la OMC, en 1995, que la Conferencia Ministerial se celebra en América del Sur. Es un tributo no sólo al papel proactivo que la región ha desempeñado tradicionalmente en la OMC (y antes en el predecesor de la OMC, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, o GATT), sino también al creciente papel de la Argentina como defensora de la integración económica y el multilateralismo. Su firme compromiso con el sistema se ha puesto de manifiesto en los grandes esfuerzos que ha desplegado su gobierno para organizar esta reunión en Buenos Aires, algo que sin duda le agradecen todos los miembros de la OMC. Con esta reunión, y con la presidencia del G-20 que la Argentina asumirá el año próximo, queda patente el liderazgo del país en el escenario mundial en un momento de vital importancia.
De hecho, cuando nos reunamos mañana en la ceremonia inaugural, acompañarán al presidente Macri en el estrado varios mandatarios latinoamericanos, transmitiéndose así un firme mensaje de apoyo a la cooperación multilateral y al sistema de comercio basado en normas que encarna la OMC.
Si alguien se pregunta por qué esto tiene tanta importancia, conviene recordar la razón por la que se estableció el sistema de comercio. Cuando se firmó el GATT en 1947, el comercio mundial estaba sumido en el caos. La Segunda Guerra Mundial había causado estragos en la capacidad económica y el comercio, pero el declive había empezado mucho antes del inicio del conflicto. A principios de la década del 30, una oleada de políticas comerciales proteccionistas barrió dos terceras partes del comercio mundial en sólo tres años. A juicio de los arquitectos del sistema mundial de comercio, el caos sembrado por esas políticas no sólo agravó la Gran Depresión, sino que avivó la creciente discordia geopolítica que finalmente desencadenó la guerra. La conclusión a la que llegaron fue clara y coherente: un sistema de normas transparente, acordado por todos, daría lugar a una mayor liberalización del comercio y asentaría unos cimientos sólidos para la prosperidad económica y una muy necesaria estabilidad geopolítica.
No imaginaron el éxito que tendría su proyecto. Desde entonces, el volumen del comercio se ha multiplicado por 26, por un valor de casi 16 billones de dólares anuales, y el sistema ha contribuido a impedir que los problemas económicos se agraven y deriven en guerras comerciales. En 2008, ante una crisis económica y financiera en rápida evolución, el mundo no levantó obstáculos económicos como en tiempos pasados, pese a la tentación de recurrir a ellos. Eso se debió a que los países sabían que todos estaban vinculados por el mismo conjunto de normas y prácticas comunes en el marco de la OMC. En lugar de apresurarse a buscar refugio en el proteccionismo, lo cual posiblemente habría convertido la recesión en una depresión, mostraron moderación, y eso explica por qué menos del 5% del comercio mundial ha sufrido los efectos de las medidas restrictivas del comercio desde 2008. El sistema fue sometido a prueba y la superó.
Mantener un sistema de comercio abierto y transparente no es un simple ejercicio académico; es algo esencial para el progreso económico. El comercio ha contribuido a impulsar la expansión económica, reportando beneficios en todos los rincones de nuestro planeta. Fue un factor fundamental para alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir la pobreza a la mitad entre 2000 y 2015, y estamos haciendo un aporte decisivo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos seguir trabajando para que el comercio mundial sea lo más inclusivo posible. Esa es la razón por la que esta Conferencia Ministerial que nos reúne en Buenos Aires es tan importante.
Las recientes reuniones de Bali y Nairobi dieron lugar a acuerdos muy importantes, como el de facilitación del comercio (que reducirá los costos del comercio en más del 14%); el de eliminación de las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios y el acuerdo para eliminar los derechos que gravan los productos de tecnología de la información (con un valor comercial de aproximadamente 1,3 billones de dólares anuales). La reunión que se celebra esta semana es una oportunidad para seguir por ese camino. Los ministros de los miembros de la OMC debatirán cómo ayudar a distribuir los beneficios del comercio más ampliamente, en particular procurando que este sea más inclusivo para las mujeres, las pequeñas empresas y los jóvenes.
El sistema de comercio es importante porque preserva la estabilidad y sustenta las buenas relaciones económicas entre las naciones. Pero también es importante porque, al impulsar el crecimiento y el desarrollo, contribuye a mejorar las vidas de las personas. Esa es la razón de ser de la OMC, y en eso nos centraremos en Buenos Aires en los próximos días.