
Una oportunidad para las democracias liberales
Como trasfondo del conflicto en Ucrania se juega la lucha entre la expansión de la democracia liberal y la de las autocracias nacionalistas. El expansionismo de la democracia liberal no es solo realpolitik, sino también la convicción de que este es el mejor sistema para el mundo. En cambio, el expansionismo de Rusia y China, por ejemplo, implican extender solo su poder nacional, careciendo de legitimidad internacional (nadie quiere ir a vivir a estos países).
Aunque Rusia gane la guerra, perderá una enorme legitimidad, por lo cual el conflicto actual será una oportunidad para que las democracias liberales ganen en legitimidad sobre las distintas autocracias del mundo. Los populismos han sido una reacción nacionalista a la globalización. En contraposición, este conflicto actual puede implicar una toma de conciencia por parte de Europa, y quizás Japón, de que deben tener un rol más fuerte en la geopolítica mundial y no descansar tanto en los Estados Unidos. Según Kissinger, se necesitan tanto legitimidad como fuerza para ganar en geopolítica.
El PBI de China podrá superar al de Estados Unidos, pero le costará muchísimo alcanzar a la suma de las democracias liberales, ya que lo fundamental no es que específicamente Estados Unidos y Europa se expandan, sino que el mundo sea más libre y democrático.
Si esto se da, el largo camino de la Argentina hacia la democracia liberal tendrá quizás una oportunidad de seguir avanzando un poco más. El Estado prebendario capturado e inmovilizado por las corporaciones no se terminará, pero quizás salga un poco más de su impotencia. Recordemos que la Argentina ha tenido un solo período de importantísimo desarrollo de largo plazo cuando estuvo alineada con las potencias liberales. No somos un país que se las pueda arreglar solo en el mundo. Ambos, peronismo y kirchnerismo, esgrimieron la ilusión de que se puede ser una nación independiente en un mundo interdependiente. Hay que elegir de qué lado se está si no se quiere ser “una bola sin manija”.
En geopolítica, después de la Segunda Guerra Mundial el peronismo quiso ir por la tercera vía, pero era una vía sin poder ni legitimidad global, destinada a sucumbir. En el siglo actual el kirchnerismo gustó de aliarse con los países que están en contra de las democracias liberales, temiendo el lado expansivo de estas. No entendió nunca sus enormes efectos positivos, como sí los entendieron tantos países que hoy son prósperos y libres.
El kirchnerismo, a fin de enfrentarse a las democracias liberales, se acerca a países que rechazan lo que ellos dicen apreciar, como el progresismo y los derechos humanos, lo que demuestra que no los consideran valores, sino que solo los usan como instrumentos para obtener legitimidad local. A su truco se le ven los hilos, porque son justamente las democracias liberales las únicas que dan lugar a que puedan expresarse el progresismo y los derechos humanos. También se ponen del lado de Rusia argumentando que Occidente no actuó en contra de la invasión de Estados Unidos a Irak, por ejemplo. Pero una cosa no quita la otra. Lo importante es oponerse a las tragedias humanitarias, sean donde sean.
Hoy la democracia liberal vuelve a tener una oportunidad de reforzarse globalmente si se quiebra aún más la legitimidad de una de las autocracias populistas más importantes del mundo. Si eso se da, quizás influya en la Argentina, tal como han influido históricamente todos los grandes cambios mundiales.ß





