Verdades reveladas
El WhatsApp polémico tiene destino inevitable de publicación y funciona como un autoescrache disparado por un destinatario vengativo. Bien lo sabe Jorge Triaca, que se lamentará por siempre de haber dejado grabado para la posteridad su exabrupto hacia una exempleada.
Suerte parecida sufren las correspondencias de celebridades atesoradas en el tiempo por quienes las recibieron. Las cartas, especialmente las de amor, son como WhatsApps recargados cuyo hechizo se rompe si se asoma a su lectura un tercer lector.
Si ese idílico ida y vuelta funciona entre personas equivocadas -léase: comprometidas previamente con otras personas-, descubrirlo a los demás puede equivaler a un verdadero incendio. Salvo que uno se llame Simone de Beauvoir y haya muerto hace 32 años.
Ahora que el cineasta Claude Lanzmann, su amante 17 años menor que ella, se desprendió de 112 apasionadas misivas que recibió de la intelectual francesa (fueron a parar a la Universidad de Yale) se comprueba una vez más que la coexistencia entre el "amor necesario" -entre ella y Jean-Paul Sartre, una pareja de ideas y de mutuo acompañamiento durante 51 años- y el "amor contingente" -más físico, sexual e inestable- no es una mera teoría.